Bordeando el Estrecho

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Conforme nos acercábamos a Cádiz, una idea nos susurraba al oído, cada vez un poco más fuerte, más insistente:

-Cruzar a Marruecos, cruzar a Marruecos,…

¿Y por qué no? Estamos tan cerca… Apenas 14km separan la costa gaditana de la marroquí. Marruecos, con un tamaño similar al de España, un país tan cercano en distancia geográfica al nuestro, y a la vez tan lejano en cuanto a costumbres, religión, modo de vida,gastronomía, etc. Tan cerca y tan lejos a la vez, ¿por qué no probar?

Pedaleando Cädiz

Buscando información en Internet, encontramos una ruta que nos cuadraba como un traje a medida: unir las ciudades españolas de Ceuta y Melilla bordeando el Estrecho. Entre medias 400km de pedaleo a lo largo de la costa. Parecía el plan perfecto, sin fisuras. Dicho y hecho. Tiquitaca.

Pero,… seguimos en España. ¿Qué ha pasado? Pues que la forntera terrestre entre Ceuta/Melilla y Marruecos sigue cerrada desde el inicio de la pandemia, a principios de 2020. Intrigas políticas, desencuentros diplomáticos, y un cúmulo de situaciones de profundo calado, venidas desde hace muchos años, acrecentadas por esta crisis pandémica, y por supuesto imposibles de simplificar y resumir en estas líneas de post sobre un viaje a pedales, los ferries cruzan mercancías, pero no teníamos ninguna posibilidad de poder cruzar la frontera una vez llegados al continente Africano.

Sí es cierto que puedes coger un vuelo de, por ejemplo, Madrid a Marrakech. Pero a nosotros, desde nuestra situación, nos interesaba si podíamos llegar en barco.

Nos hemos quedado muy con las ganas de ese viaje, que nos guardamos en la recámara.

Así que, en vez de recorrer la costa norteafricana, hemos recorrido la del sur de España.

Bordeando el estrecho

4 jornadas a lo largo de las playas de Cádiz, ¡y qué playas!

Primera jornada: decimos adiós a Cádiz

 Saliendo de la ciudad, conectada con el resto de la península por una estrecha lengua de tierra, llegamos a San Fernando. De ahí, rumbo a Conil de la Frontera, a nuestro primer Warmshowers (plataforma de hospedaje de cicloturistas que viajan por el mundo) como huéspedes. Nos quedamos encantados con la hospitalidad y buena acogida de Helena y Fono, alucinados con su preciosa casa a las afueras del pueblo y más que contentos por ese buen ambiente que se respiraba allí.

La ruta fue cortita, apenas 40km pero, ¿quién puede resisitirse a parar cada poco teniendo playas como estas? Increíbles las calas de Roche.

Calas de Roche

Segundo día de pedaleo: nos pilla la lluvia

El día amaneció nublado, pero sin rastro de lluvia, que habíamos conseguido evitar durante el pedaleo hasta el momento. Salimos de Conil por el carril bici, atravesando la zona del Palmar, hasta llegar a los Caños de Meca. De ahí, subidita para cruzar el parque natural de la Breña, y dejarnos caer hasta Barbate. Todavía con menos kilómetros en las piernas que en la jornada anterior, la lluvia hizo que nos detuviéramos. Queríamos disfrutar de la zona de playas, poder pararnos donde nos apeteciera, acercarnos a tocar el mar,… y el tiempo que hacía no nos lo iba a permitir.

Sin mucho drama por el cambio de plan, decidimos hacer una parada técnica y esperar que el tiempo mejorara.

Tercera jornada: llegamos a Tarifa

Efectivamente, la mañana siguiente amaneció soleada y arrancamos con ganas. En esta zona, no sha sorprendido la cantidad de zonas militares, algunas activas y otras abandonadas, que hemos atravesado. Antes de llegar a Zahara de los Atunes, primer área militar, mucho tanque, camión y tiendas de campaña militares a orillas del mar.

Llegamos a la playa de los Alemanes y, búkner al canto, casi como si emergiera del propio mar.

Búnker sobre el mar

Seguimos bordeando la costa hasta el faro de Camarinal y de ahí, una pista de tierra que nos condujo hasta la duna de Bolonia y los restos arqueológicos de la antigua Baelo Claudia. Vistas preciosas de la costa, con África como impresionante telón de fondo. Vuelven en este día las subidas y los desniveles. El cuerpo vuelve a coger ritmo.

Seguimos pedaleando, dirección Tarifa. En Valdevaqueros paramos a comer y descansar tumbados en la arena, rodeados de decenas de franceses practicando kitesurf y windsurf, los auténticos reyes de la zona.  Más playas y pinares hasta la misma Tarifa. Infinidad de furgos y caravanas. El paraíso de los deportes de agua y viento. Cientos de cometas surcando el cielo y cuerpos cubiertos de neopreno cruzando entre la playa y el paseo marítimo.

Atravesamos rápidamente la ciudad en busca de un sitio tranquilo y resguardado donde acampar. Y, de nuevo, nos tropezamos con una zona militar, esta vez abandonada.

La presencia de una torre de control en activo de la marina mercante a pocos metros, nos trajo la incertidumbre de si sería un buen lugar para pasar la noche. Aún así, pusimos la tienda dentro del antiguo búnker. Quizá en los últimos tiempos ese lugar haya visto más chavales entrando a mear y hacer pintadas que otra cosa pero, áun así, el sitio, de noche, imponía un poco. A la mañana siguiente, con la luz del día, todo se ve con otros ojos y se descubre como un lugar de paso del ganado, donde las vacas pastan. Los eternos dilemas de la acampada libre ¿Será buen sitio? ¿está bien escondido y resguardado? La principal ocupación y fuente de alguna que otra preocupación a lo largo del día mientras viajas en bici, dónde dormir. Y es que, qué fácil sería todo si no hubiese problema con que pudieras llegar de noche a un lugar, montar la tienda para dormir, recoger temprano al día siguiente y marchar por la mañana. De verdad, que nos expliquen a quién podría molestar.

Última etapa: Parque Natural del Estrecho

Y, como guinda final a nuestro recorrido: el parque Natural del Estrecho. Para evitar la carretera nacional, decidimos seguir una vía alternativa para unir las ciudades de Tarifa y Algeciras, bordeando el mar.

Más que un camino con piedras, la cosa empezó siendo unas piedras con algo de camino. Traqueteo constante. A ratos pedaleando con el plato uno puesto y a ratos empujando la bici, pero resistimos. A los pocos kilómetros nos dimos cuenta que el esfuerzo estaba valiendo la pena. Un paisaje increíble, unas vistas de palco principal a la costa marroquí, el flysh creando piscinas naturales al borde del acantilado que recorríamos. Un lugar que no es de paso a ningún sitio, y que tampoco te viene de paso. Sin alojamientos, bares , servicios o apenas gente. Con animales pastando tranquilamente: ovejas, vacas, caballos,… Un paraje que se encuentra escondido, sin llamar la atención. Un lugar entre dos tierras. Nada que ver con las playas de arena kilométrica que nos veníamos encontrando los días anteriores. Este pedazo de tierra es algo más salvaje, desconocido. Duro en cuanto a la dificultad de transitarlo, pero increíble por eso mismo.

Por lo inesperado del camino, quizá incluso lo mejor del recorrido por la costa. No sabemos si volveremos aquí algún día, pero nos quedamos con la satisfacción de haberlo encontrado «por casualidad», de haberlo pedaleado, saboreado y disfrutado.

Parque natural del Estrecho

Ahora, nos dirigimos de nuevo a la sierra. Dejamos atrás el mar y volvemos al interior. Buscando el contraste, el cambio y, de nuevo, las duras subidas. En busca de nuevos paisajes, vamos trazando nuestro propio camino en tierras andaluzas.

¡Seguimos retransmitiendo!

2 comentarios en «Bordeando el Estrecho»

  1. Vicky, Jolu… me alegra ver que estáis avanzando tanto.
    Precisamente el sábado 30, estuve caminando entre Tarifa y la Torre de Guadalmesí… por la Colada de la Costa, que se llama… comí junto al flysch, y visité algún bunker y una batería de artillería que hay junto a la torre de control del tráfico marítimo.
    Yo tampoco entiendo el hecho de que no se pueda acampar donde a uno le apetezca… aunque suelo practicarlo… si te escondes bien, no hay problema.
    Yo no os aconsejé esa zona, porque de Guadalmesí en adelante, es un poco complicado para la bici, pero veo que se metéis por cualquier sitio. Sois buenos aventureros.
    Muchas gracias por el relato, y un saludo.

    Responder
    • Hola Fran, perdona que hemos tardado en contestar! Es impresionante la zona sí, igual hasta estuvimos en el mismo sitio! jejeje Con la bici nos aventuramos por donde sea, a veces sale bien y otras…pues toca empujar un rato!! Gracias a ti por leernos. Esperamos que estés bien 🙂

      Responder

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