Gran Canaria, la verde isla tropical
Verde. Barrancos. Desnivel. Agua. Montañas. Mojo. Chorizo de Teror. Volcanes. Bosque. Subidas. Roque. Asadero. Cueva.
Una lluvia de palabras que unidas, para nosotros, tienen un claro significado: Gran Canaria.
Y es que los recuerdos y sensaciones que nos llevamos de un lugar dependen en gran medida de las circunstancias que rodean a ese momento: desde la época del año en la que vas, el tiempo que haga, la gente con la que viajas, el momento vital/personal en el que estás… Así, el viaje que vamos a contar ha sido el resultado de las experiencias que hemos vivido. Diferente a cualquier otro e incluso diferente a si volviéramos a Gran Canaria el mes que viene.

El norte de la isla
La forma circular de Gran Canaria y el gran número de carreteras secundarias, al menos en la parte norte, la convierten en una isla perfecta para recorrerla en bici. Llegamos desde Fuerteventura, la isla del viento y la arena, para encontrarnos de frente y sin previo aviso en la isla verde y tropical.
Durante 3 días estuvimos en las Palmas, su capital, básicamente cumpliendo con algunas «tareas» que tiene el viaje: lavandería, puesta a punto de las bicis, planificación de la ruta… Y además aprovechar para reencontrarnos con amistades que no veíamos desde nuestros días en Madrid.
Sinceramente, no puedo contar nada bueno ni malo sobre la ciudad, ya que apenas la recorrimos. Simplemente una mención especial al Confital y la playa de las Canteras.
Nuestro primer objetivo: llegar a Agaete para un asadero. Primera etapa de 60km atravesando toda la cornisa norte de la isla, desde las Palmas a Punta Sardina. Como viene siendo habitual, salida complicada de la ciudad, con muchísimo tráfico y cuesta arriba. Durante 10km o más se sucedían las casas, polígonos y naves industriales, sin saber si estábamos cambiando de barrio, pueblo o seguíamos en Las Palmas. A partir de ahí, el verde empezó a hacer acto de presencia. La carretera se fue vaciando poco a poco y sentimos como si nos hubiéramos teletransportado a Sudamérica. Con un paisaje tropical y una vegetación verde y abundante a rabiar. No nos lo podíamos creer, el cambio respecto a Fuerteventura era espectacular. Imposible no empezar a caer en el típico: «cada isla es única y diferente»

Pasamos por Arucas, Firgas y otros pequeños pueblos del norte. Pedaleamos tranquilamente por carreteras secundarias, serpenteando los barrancos que desembocan al Atlántico. Terminamos la jornada atravesando un mar de invernaderos, plástico y plataneras. Al final, después de los edificios abandonados y las urbanizaciones a medio construir, donde la acción del ser humano convierte una vez más el paisaje en un cementerio de edificaciones, llegamos al faro.
Con un atardecer de cine y nuestro primer avistamiento del Teide.

Al día siguiente seguimos bordeando la costa por lo alto de los acantilados, hasta llegar a nuestro destino: Agaete. Día de descanso en el pedaleo, reencuentros, de celebraciones, asadero, de conocer gente nueva, risas y pasar unos buenos ratos en compañía. Gracias Claudia por la invitación.
Nuestra ruta continuó de Agaete a la Aldea de San nicolás. Cogimos la carretera GC-200 que, desde ese momento, se ha convertido en una de nuestras carreteras favorita de las islas. Atravesamos todo el Parque Natural de Tamadaba. Muchos ciclistas en esta zona, aunque también muchos camiones debido a las obras que están realizando para construir un tunel que atraviese la montaña. Desde la carretera, unas vistas impresionantes, con el mar a un lado y la montaña justo al otro. Pedaleando al borde del acantilado. Pedaleando con mucha precaución por el volumen de camiones que circulaban pero, como siempre se dice, sarna con gusto no pica.

Subimos y bajamos durante algo más de 20km, hasta que llegamos a la intersección de la carretera con la autovía. Ya nos habían avisado otros viajeros que la carretera estaba cerrada, y así es desde el año 2016, tras un desprendimiento (algo muy habitual en estas islas). Actualmente, la única opción para seguir avanzando es atravesando el tunel de la autovía, durante algo más de 3km. No había otra opción. Lo bueno de este tramo: el túnel de dos carriles marca el derecho como cerrado para los coches y vehículos a a motor y abierto para las bicicletas. Realmente se avanza con una sensación de mucha tranquilidad.
Llegamos al otro lado donde la lluvia empezó a hacer acto de presencia. Como no estaba muy claro si la nube sería pasajera o acabaríamos de agua hasta las orejas, decidimos parar y buscar alojamiento. Aprovechamos para hacer sesión de cena y cine en casa. Una de esas cosas que nos gusta hacer cuando no estamos acampando.
Nuestra ruta sigue hacia el centro de la isla: objetivo la Presa de las Niñas. Etapa de las muy duras: 1.400m de desnivel en apenas 36km. Primera parte con una subida muy pronunciada desde la Aldea de San Nicolás hasta el mirador del mismo nombre. Ddesde ahí descendimos hasta la entrada del pueblo de Veneguera. Pasados unos pocos km paramos a comer.
La segunda parte del día consistía en subir desde el Pie de Cuesta, a unos 350m de altitud, hasta llegar a la presa, a casi 1.000m. La etapa nos encantó. El paisaje era precioso y aunque las cuestas eran duras, el trazado de la carretera, con muchas curvas, hizo que no lo sintiéramos especialmente duro.
A parte, ¿que preferimos?¿un camino totalmente plano y constante o uno lleno de subidas y bajadas?

Así, íbamos tan a gusto, cerquita de la cima, cuando ¡CRACK! ya no puedo seguir pedaleando. Vale, se me ha salido de la cadena. Al bajar a colocarla, la cosa es más grave, ¡se me ha roto el desviador! La pieza, totalmente inservible, por lo que no puedo cambiar el plato a no ser que me baje de la bici y lo haga manualmente. Así que hago los últimos km en el mismo plato, confiando en que no haya muchos cambio de desnivel en la ruta…
El área recreativa de la presa de las Niñas es un lugar genial para quedarte y pasar varios días: barbacoas, grifos, baños y zona de acampada (se puede reservar fácilmente desde la web del cabildo de Gran Canaria). Y la opción de salir a hacer muchas rutas por la zona. Nos quedamos 2 noches y aprovechamos para hacer algún trekking. Nos hubiéramos quedado más, pero la logística de tener que buscar la pieza que se me había roto en la bici hizo que nos decidiéramos a bajar a maspalomas, la zona más cercana con tiendas de bici, para poder solucionar el problema. Y así, pusimos rumbo al sur de la isla, en busca de un repuesto para mi bici. Mención especial a Manu, que nos ayudó muchísimo para encontrar el recambio. Y no solo eso, nos ofreció su hospitalidad, al igual que su familia, que nos acogieron en su casa. Muchas gracias por todo familia.
Arreglado el asunto de la bici y ya que habíamos bajado desde lo alto de la isla hasta el mar, nos quedamos unos días en Maspalomas. Descanso, piscina y alguna visita a sus famosas dunas.

Para nosotros, un sitio totalmente prescindible, lleno de resorts, hoteles, apartamentos, restaurantes,… sin ninguna personalidad. Las islas, aunque diferentes, siguen la misma tónica: una zona norte más natural y un sur masificado y preparado para el turismo a gran escala.
El centro de la isla
Nuestra ruta volvía a conducirnos al centro de la isla, esta vez con la intención de coronar la cima. Primera etapa de 28km entre Maspalomas y Tunte, con un desnivel de más de 1.100m. Segunda etapa de 24km hasta el área recreativa Llanos de la Pez y otros tantos 1.100 m de desnivel.
La ruta pasaba por el conocido como Roque Nublo, punto emblemático de la isla. Como un símbolo de identidad. Una formación rocosa que impresiona mucho más desde la distancia, pero al que no está de más acercarse a contemplar de cerca.
En el área de acampada nos quedamos un par de días en el que aprovechamos para hacer alguna ruta más a pie: coronar la cima de la isla( el pico de las Nieves, a 1948m), y observar el Roque Nublo desde todos los ángulos posibles. La última noche acampando fue increiblemente fría, llegando la temperatura a los 3º. Cenamos calentito de cuchara y rápidamente a la tienda. Vivir viajando en bici y acampando hace que tus actividades tengan que adaptarse a la climatología y las horas de luz.
En nuestra octava etapa bajamos hasta Tejeda, uno de los pueblos más bonitos de España. El día amaneció en lo alto de la isla con una densa niebla. Apenas veíamos nada a más de 5 metros por delante de nosotros. Bien abrigados y despacito, fuimos descendiendo. De estar entre las nubes fuimos bajando y empezaron a aparecer los primeros rayos de sol hasta finalmente llegar a Tejeda, muriendo de calor con nuestras mallas largas y chaqueta de plumas. Parada en uno de los clásicos de la isla: la pastelería nublo y sus famosas palmeras de todo tipo de sabores.
Ahora sí, el día se quedó increíble: solecito, vistas y mucho mucho verde.

Seguimos avanzando dirección Artenara. Ahí, tomamos el devío de la carretera GC-217 para atravesar los pueblos de Coruña, las Hoyas y El Hornillo. Una zona bastante desconocida, dela que nadie nos había hablado o comentado nada. Realmente nos pareció ver la parte más rural de la isla. Con la lluvia amenazando con caernos encima, llegamos de nuevo a Agaete. Cerrando el círculo.
Los últimos 3 días los pasamos viviendo en una cueva, pero eso es otra historia que contaremos más adelante.

Depués de 3 semanas en la isla, nos íbamos con un montón de buenas experiencias, mucho denivel acumulado en las piernas, y las retinas llenas de verde. También nos quedamos con muchos lugares todavía por descubrir y algunas personas por visitar pero, cuanto más avanzamos en el viaje, más nos damos cuenta que es imposible poder verlo todo. Que hay que elegir y que cada vez que tomamos un camino o un desvío, hay otro por lo que no pasaremos.
Sabemos que no vamos a verlo todo, pero sí a disfrutar de lo que elegimos. No nos agobia no poder abarcarlo todo. Mejor disfrutar tranquilamente que llegar a todos lados corriendo. Podríamos dedicar un mes, un año o una vida entera a cada isla y todavía no conocerla en su totalidad. Tal y como lo vemos, quien mucho abarca poco aprieta. Así que seguimos conociendo los lugares a nuestro ritmo.
Próxima parada: TENERIFE.
Maravillosa entrada, camaradas.
Yo pasé una semana en Gran Canaria, y lo que vi, me pareció hermoso. A Maspalomas fuimos un día, pero sólo a las dunas… Ese tipo de turismo, tampoco me agrada.
Recuerdo que subimos el pico Bandama y el Bandera, a parte del que habéis visto vosotros, el de las Nieves. Hay mucha naturaleza por explorar en Gran Canaria, y es cierto que no hay que correr detrás de cada metro cuadrado de isla… También pienso de esa manera. Mejor 3 enclaves bien disfrutados, que ir a la carrera por el mundo.
Menos mal que os solucionaron lo del cambio.
Seguiré atento, a ver como pasaron ustedes por esa cueva… es interesante.
¡Un abrazo!
Sii, Gran Canaria tiene mucha montaña por descubrir! Nos tocará volver para seguir conociendo y recorriendo picos jejeje. Pues fue un poco jaleo la búsqueda de la pieza de la bici, la verdad. Hay falta de stock y además en muchas tiendas no tienen piezas tan sencillas como las que llevamos, es todo más pro, jajajaj. Un abrazo fuerte!
Que bueno amigos,q buenos artículos y reflexiones,y pedazo de experiencia que están viviendo. En Gran Canaria tienen un hogar cuando quieran!! A seguir sumando km y experiencias.
Muchas gracias a ti Manu por haber sido parte de este viaje!! Eso, que sigamos teniendo experiencias que vivir y compartir 🙂 Un abrazo!