La Palma, última isla en Canarias
El remate final. El broche de oro. El fin de fiestas. El cierre a nuestro viaje en bicicleta por las islas canarias. La última isla que visitamos en el archipiélago, aunque en un pirmer momento iba a ser la primera parada del viaje. Lo contamos:
Cuando decidimos que nos íbamos a ir de viaje largo en bici, y que saldríamos en Octubre de 2022, nos compramos unos vuelos a la Palma para el día 14 de ese mes. Era septiembre. A los pocos días de comprarnos el vuelo, empezaron los temblores en la isla de la Palma y, a los pocos días, se inició la erupción volcánica en Cumbre Vieja. Todo el país estuvo pendiente los siguientes días y semanas de la evolución del volcán. Muchos palmeros perdieron casas, negocios, animales, etc. Hubo mucho tensión y sufrimiento, la gente veía impotente cómo la naturaleza arrasaba sin miramientos con todo lo material construido a lo largo de una vida.
Pese a que los vuelos seguían operando, pensamos que no era el mejor momento para presentarnos en la isla. No nos parecía bien llegar con nuestra alegría, nuestro nuevo proyecto de viaje, las alforjas llenas de ilusión, … mientras la gente lloraba sus pérdidas y la isla entera vivía un momento de conmoción. Nos parecía que era un poco como ir a ver el sufrimiento ajeno (una sensación parecida a la que tuvimos en Bolivia cuando decidimos en Potosí no ir a realizar la visita a la mina. Nos parecía que era un poco meter las narices en un lugar solo para ver cómo malvive la gente. Una manera de sacar una foto, una anécdota innecesaria…). Así que cancelamos nuestros vuelos y cambiamos el plan a pocos días de irnos. De ahí salió nuestra primera etapa del viaje sobre ruedas: Un recorrido desde Villamayor de Santiago, pasando por Andalucía y Murcia para terminar recorriendo la isla de Mallorca.

Tras dos meses de viaje, hicimos un parón en casa, coincidiendo con las fechas de Navidad para estar con la familia (la de siempre, y la nueva que estaba por llegar) y ver a los amigos. Una dosis de reencuentros para seguir el viaje con ganas. Los meses de invierno se venían encima y decidimos que ir a Canarias era una muy buena opción. Después de escuchar recomendaciones de otros cicloviajeros, nos compramos un vuelo a Lanzarote (por aquello de ir afrontando el desnivel de las islas de menos a más). Con Lanzarote y Fuerteventura como entrantes para pedalear en Canarias.
Así, tras 3 meses de viaje por las islas, un 11 de abril llegábamos a la Palma.

En poco más de 2 horas en ferry desde La Gomera estábamos en Santa Cruz. Estuvimos varios días en un alojamiento pensando cuál sería nuestro próximo destino (algo a lo que ya le veníamos dando vueltas en las últimas semanas, pero que queríamos concretar y dejar cerrado). En los planes iniciales, nuestra idea era coger un ferry desde las islas a la península y continuar pedaleando entre España y Portugal. Claro, en el momento en el que planeábamos el viaje, todavía en 2021, nos preocupaba el tema del Covid: las restricciones de movilidad que pudiera haber, requisitos de entrada a otros países o que la situación con la epidemia pudiera haberse agravado. Llegados a abril de 2022, perece que el tema mejora y, con tantos meses por delante, empezamos a barajar más destinos. Surgió Italia en las conversaciones. Con vuelos directos desde la Palma parecía una buena opción. Pero, un día, salió el nombre de Grecia y la idea de pedalear desde allí hasta casa nos pareció bastante genial.
Tanto es así que nos pusimos a mirar vuelos y ¡oh sorpresa! encontramos un buena oferta Madrid – Atenas. Esa noche, y con el seguro de @Chapka contratado para volar y viajar con la tranquilidad de saber que si surge cualquier imprevisto estaremos cubiertos, compramos vuelos La Palma – Madrid y Madrid – Atenas. ¡HECHO! Así, los acontecimientos se precipitaron y teníamos tan solo una semana por delante por la isla…

A La Palma: sentimos que te haya tocado a ti. A ratos, durante nuestra ruta por la isla, sentíamos como si lleváramos un reloj con una cuenta atrás. Con 2 vuelos comprados, no había mucho margen para cambios de última hora. Hasta la fecha, nuestro viaje había ido fluyendo sin tiempos: alargando una estancia si el lugar nos motivaba o marchándonos antes de lo previsto si así lo preferíamos. Abiertos a cambiar constantemente de planes y rumbo. Ahora, nos sentíamos más en el esquema tradicional de: «tenemos X días para hacer X cosas». Pese a todo, hemos tratado de disfrutar de la isla al máximo. Juntado nuestra fecha límite con algunos cortes en ciertas carreteras provocadas por la erupción del volcán, nos salió para una ruta circular de 209km en 6 etapas, en sentido horario, recorriendo el norte de la isla.
La Palma en bicicleta
Salimos desde Santa Cruz en sentido horario, rumbo hacia el Parque de la Caldera de Taburiente. Salimos de la ciudad por la carretera LP-3. Se nos juntaba la Semana Santa y no sabíamos cómo sería el volumen de tráfico en las carreteras. Los primeros kilómetros fueron bastante relajados en cuanto a coches pero con bastante subida. Fuimos avanzando tranquilamente hasta llegar al Mirador de la Cumbrecita. Paramos a comer y continuamos ruta. En ese tramo se ha construido un nuevo túnel y, ahora mismo, en la carretera LP-3 en sentido este-oeste se puede circular en bicicleta, pero no en el sentido contrario (otra de las circunstancias que nos hizo decidirnos por este recorrido). Ya desde el mirador iniciamos la bajada que nos llevó hasta el centro de visitantes de la Caldera de Taburiente. La visita al parque y la posibilidad de hacer alguna de sus muchas y variadas rutas nos la dejamos para la próxima visita a la isla. Encontramos un buen lugar para dormir en un pinar cercano y pusimos fin a nuestro primer día de ruta en la isla.

Al día siguiente, nos esperaba más subida: el mirador del Time. Desde ahí se tiene una vista completa del nuevo cráter surgido tras la erupción del volcán. Circular por esa zona es pasar muy muy cerca de la lava. Realmente impresiona. La subida al Time, aunque dura, la hicimos sin problema. El cuerpo, una vez más, responde a aquello a lo que le vas acostumbrando. Seguimos avanzando dirección norte, por la carretera LP-1 paralela a la costa. Unas bonitas vistas y llegamos hasta un área recreativa en la zona de Tinizara, donde paramos a pasar la noche.
Siguiendo con nuestro plan, seguimos rodeando el noroeste de la isla. Ese día, después de un duro ascenso durante toda la mañana, paramos a comer en el restaurante Briesta. Una recomendación que claramente fue un acierto. Comimos mucho y bien a muy buen precio. Con una comida abundante llenándonos el estómgao, menos mal que habíamos llegado prácticamente al punto más alto de la jornada, desde donde pudimos dejarnos caer hasta la zona de acampada de San Antonio. El lugar está genial, con mucha zona donde acampar, baños, agua caliente, zona de asadero, un bar, y todo por 3€ la noche para los dos.

Al día siguiente, nos esperaba la jornada estrella de la isla: la subida al Roque de los Muchachos. Esa subida al techo de la isla, donde llegaríamos a los 2.426m de altitud. La Palma es la isla con el desnivel más pronunciado de todo el archipiélago. En pocos kilómetros se pasa del nivel del mar a los cientos o incluso miles de metros. Todo un reto que nos apetecía afrontar. Dejamos nuestras alforjas y el peso en el área de acampada al que volveríamos a dormir, y nos dispusimos a subir. Poco a poco fuimos encontrando el ritmo. La carretera iba muy tranquila sin apenas tráfico, y las curvas que serpenteaban hacían que el desnivel se fuera superando suavemente.
Así, llegamos al Centro de Visitantes del Roque (una visita que recomendamos altamente, en la que se habla mucho de astronomía y de los observatorios y telescopios instalados en esa zona). Y es que, la Palma es considerada uno de los lugares de Europa con el cielo más limpio y con menor contaminación lumínica. Un lugar pionero en legislar y guardar los cielos, razón por la que es elegida como lugar para la instalación de telescopios de varios países.

Y ahí estábamos, en la cima de la isla. Un reto conseguido. Una satisfacción personal de haberlo logrado. Felices. Y de ahí, vuelta por donde habíamos venido para volver a pasar una última noche en San Antonio. Un par de cervezas para celebrar la hazaña y hasta mañana.
Al día siguiente, ruta hacia el Este. Recorrimos la famosa Carretera de las Mimbreras, la LP-109, la carretera más recomendada por todos los palmeros con los que nos hemos cruzado. Nos recordó como a una Vía verde, tranquila, con poco tráfico y muy muy bonita. Volvimos a pasar por zonas con presencia de laurisilva. Siempre comentan de la Palma que es una isla que tiene un poco de todas las otras islas. Como si en esos pocos kilómetros cuadraros tuviera una lugar una muestra de todo lo que te puedes encontrar en Canarias.

Llegamos al area de Barlovento para pasar nuestra última noche de acampada en la isla. El lugar es un parque enorme con un lago en el que habitan multitud de patos, gallinas, ocas y demás aves. Quien me conoce sabe de mi fobia por las aves, así que tuve que estar un poco con la alerta puesta pero el lugar es súper tranquilo y muy recomendable para pasar la noche. Con una densa niebla que nos envolvió por completo, nos fuimos a dormir.
Al día siguiente, recorrimos la última etapa a pedales en la isla. Desde el area de Barlovento hasta Santa Cruz. Con un buen equilibrio entre subidas y bajadas y un bonito paisaje de fondo.
Lo dos últimos días antes de coger nuestro vuelo los dedicamos a empaquetar nuestras bicis y alforjas en cajas (cajas que previamente ya habíamos conseguido y guardado en un alojamiento los primeros días que estuvimos en la isla. Un trámite que puede ser algo pesado y complicado pero, que es el precio a pagar para llevar tu bici en avión hasta el lugar del mundo que elijas…).
Y así, cerramos nuestra segunda etapa del viaje en bici, nuestro recorrido por las islas Canarias. ¿Por qué nunca habíamos venido antes? Pues no tenemos respuesta para eso, pero la verdad es que estamos encantados con todo lo que aquí hemos hecho, visto, comido y vivido. Volveríamos sin duda a cualquiera de las islas y todas nos han aportado algo o nos han sorprendido de alguna forma. Después de estos meses nos sentimos felices. Felices por este viaje, por todos los momentos que nos estamos dedicando a nosotros, por el tiempo que estamos disfrutando.
Ojalá que esta sensación de estar donde queremos estar y viviendo como nos gusta nos siga acompañando por mucho tiempo ¡FELICES RUTAS Y FELIZ VIDA, ELIJAS LA QUE ELIJAS!