Carta Personal

Hay cosas en la vida que nos marcan para siempre. En mi caso, hay dos que tengo muy latentes en este momento: el viaje, y la muerte de mi padre. 

El primero significó la decisión y la «valentía» de dejar una vida y una rutina que ya no nos convencía, por lanzarnos a cumplir un sueño. Significó libertad en su máximo exponente, nuevas formas de concebir la vida y un conocimiento intenso y profundo de nosotros mismos: nuestras motivaciones, gustos, pasiones. Nuestros miedos, pero también nuestras armas para ir afrontándolos y superándolos poco a poco. Nuestras capacidades y nuestra buena relación con la incertidumbre.

Por otro lado, la pérdida de una de las personas más importantes de mi vida. Uno de los pilares básicos, una de las personas de referencia y en la cual encontrar consejo y apoyo, se ha ido. Sé que esto marcará mi vida para siempre. De alguna forma, el mejor recuerdo de mi vida se ha unido al peor. Una sensación agridulce… El día que pasó, la llamada que transportaba esa noticia, se convirtió en el final del viaje. De manera automática. Volvimos a España ese mismo día, en una vorágine de sentimientos y de actos que no sé si hoy soy capaz de recordar. Actué por inercia, sólo quería llegar lo antes posible con mi familia.  

Ahora toca recomponerse. La vida ha dado un giro de 180º. Tendré que coger los sentimientos, los pedazos y volver a juntarlos. Dedicar tiempo a la familia y amigos que han estado apoyando infinitamente. Pararse y pensar. Es algo que no hemos elegido. Hechos en la vida que marcan nuestros actos y actuaciones. Hechos que aparecen sin haberlos querido. Sólo podemos adaptarnos. Y seguir. Siempre seguir adelante (ir hacia atrás es imposible, y quedarme parada en el punto en que se paró la vida de mi padre, no me hace bien. Ni a mí ni a nadie). Así que seguiremos, paso a paso y día a día.

He comprobado que estoy rodeada de gente maravillosa. De cariño, apoyo y amor. También he descubierto algo de fortaleza. Una que no sabía ni que tuviera. También voy a tener que aprender cosas nuevas. A no ansiar saber qué va a pasar en el futuro, qué voy a hacer o dónde voy a estar. Pensaba que el viaje me había dado esa capacidad… pero dadas las circunstancias, he comprobado que tendré que seguir trabajándola.  

De estos dos hechos, extraigo una clara conclusión: uno tiene que hacer las cosas que quiere AHORA. No podemos, no debemos dejar para mañana porque ¿quién sabe qué pasará o si habrá mañana…?

Ahora más que nunca me reafirmo en la opinión que haber dejado el trabajo y la zona de confort para lanzarnos a un viaje sin fecha concreta de vuelta, ha sido la mejor decisión de mi vida. Algo de lo que, no solo no arrepentirme, si no que además es la prueba real y tangible de que se puede. Uno puede lanzarse a por un sueño, a vivir la vida que le hace feliz. Porque, después de todo, eso es lo importante, ser feliz.

P.D. Después de esta carta personal, que trata de contar qué ha pasado en este mes, retomaremos el blog. De alguna manera, quería contar qué había pasado y el porqué del parón. Pero queremos terminar de narrar cómo ha sido la experiencia del viaje y, mientras se pueda, seguiremos contando historias, experiencias y otros viajes. 

5 comentarios en «Carta Personal»

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