Cicloturismo en Italia (Parte I)

Un mes hemos pasado recorriendo Italia con nuestras bicis. Una pequeña parte, claro está. Entramos por el Este, llegando a la ciudad de Trieste el día que estuvimos en tres países: despertando en Croacia, comiendo en Eslovenia y durmiendo en Italia. Le teníamos muchas ganas a este país: por un lado yo (Vicky) nunca había estado en la península itálica. Mi única visita al país había sido en nuestro primer viaje en bici a Cerdeña, hace ya 6 años. Jolu lo conocía bastante más del año que había estado viviendo aquí, cuando estaba de Erasmus en Urbino… ¡14 anni fa!

Cocinando a la italiana

Barajamos varias opciones para nuestro recorrido cicloturista:

  • Recorrer las Dolomitas, en el norte del país.
  • Ir bajando por la costa Este, desde Trieste hasta Urbino.
  • Zigzaguear un poco por la bota, pasando por las ciudades de Venecia y Florencia, llegando hasta Urbino para terminar en Roma.

Planteamos Italia como el último país de nuestro gran viaje en bici. De ahí, cogeríamos un ferry a Barcelona, sin pasar por Francia. ¿La razón? Pues porque el invierno se acercaba y queríamos terminar el viaje pedaleando hasta Villamayor de Santiago, donde empezó la aventura hace algo más de un año. Si nos alargábamos pedaleando por Francia, quizá el invierno se nos echaba encima y se complicaba bastante «climatológicamente hablando» atravesar las zonas del centro de España.

Recorriendo la costa italiana

La verdad es que estuvimos pensando y repensando la ruta una y mil veces. Comentando todas las posibles opciones, y más. Abriendo en nuestra cabeza nuevas rutas ¿Y si vamos a Sicilia? ¿Pasamos por Cerdeña antes de llegar a Barcelona? ¿Y si recorremos Italia hasta el tacón de la bota?

En un viaje tan largo, las opciones son infinitas y siempre estás abierto a los cambios. Tomar una decisión no siempre es fácil: elegir una ruta implica no conocer otra que también te parece interesante. Pero este tipo de decisiones forman parte de un viaje de estas características. Finalmente, la ruta que elegimos para Italia podríamos dividirla en los siguientes hitos:

  1. Llegar a Venecia
  2. En busca de Florencia
  3. El regreso a Urbino
  4. Todos los caminos llevan a Roma

¡Allá vamos con las historias y la ruta!

1. Llegar a Venecia

A Italia llegábamos con dos ideas preconcebidas, repetidas y avaladas por otros cicloviajeros:

  • Los italianos conducen en modo kamikaze.
  • Es difícil hacer acampada libre.

Hemos de decir, después de un mes haciendo cicloturismo en Italia, que estamos totalmente de acuerdo con la primera afirmación, pero nada con la segunda. Como siempre, todo es cuestión de la propia experiencia: lo que cada uno viva en un determinado lugar marcará la opinión que se forje del mismo.

Pueblos italianos

Entre Trieste y Venecia recorrimos unos 200km. Kilómetros de la más pura planicie. Con un tiempo buenísimo, fuimos atravesando zonas de humedales, en paralelo al mar. Venecia era una de las pocas ciudades que teníamos claro que queríamos visitar en nuestro paso por Italia. La ciudad de los canales y las góndolas. Sus calles de agua. Sus edificios emblemáticos. Esa isla unida al continente por una estrecha lengua de tierra. Como la inmensa mayoría de turistas que visitan la ciudad, nuestra idea era buscar un alojamiento en otro lugar y poder ir en tren a pasar el día a Venecia (a parte de lo desorbitado de los precios, estaba también el hecho del difícil acceso con las bicis. Escaleras arriba y abajo, puentes, canales,… inviable).

Gracias a la maravillosa red de Warmshowers, encontramos host a las afueras de Venecia, donde pudimos quedarnos un par de noches y aprovechar el día para ir a «hacer turismo» a la ciudad. ¡Muchísimas gracias Adriano!

Pese a las altas expectativas, Venecia no defraudó. Nos dejamos el listado de: «cosas que ver» y nos dedicamos a pasear arriba y abajo. De un callejón a otro. Asomándonos en cada recoveco, intentando atisbar la vida dentro de las casas. Subiendo a los puentes para ver las góndolas surcar los canales, comiendo cannolis y descubriendo la versión Italiana de los «pintxos»: los «ciccheti».

Venezia

Saliendo de las plazas principales, puedes llegar a calles vacías o pasar por una plaza llena de niños jugando al balón mientras los padres guardaban las mochilas del colegio. Nos alegró comprobar que todavía quedaba algo de vida cotidiana, que no todo era un decorado preparado para el turista. 

Una visita que sin duda mereció mucho la pena. Por si no volvemos, ¡hasta siempre Venecia! 

2. Rumbo a Florencia

Tras nuestro paso por la ciudad de los canales, pusimos rumbo a otra de las ciudades icono de Italia: Florencia. Entre medio, varios días de pedaleo por los montes Apeninos. 

Atravesamos otras ciudades conocidas de Italia como Padova, Ferrara o Bolonia, pero lo cierto es que no nos detuvimos a visitarlas. Aunque teníamos una serie de ciudades en Italia que queríamos visitar, lo mejor del viaje para nosotros sigue siendo el hecho de recorrer los países disfrutando a golpe de pedal de las carreteras más tranquilas y los lugares menos transitados y conocidos. Llegar a un lugar con tu propio esfuerzo, subidos en nuestras bicicletas y la autosuficiencia que nos da la acampada y el hornillo.

Más curioso nos parece, por ejemplo, encontrarnos con el mercado semanal en Ferrara, poder pararnos con un hombre que insistió en llevarnos a su casa para darnos agua y que conociéramos a su familia, o dormir en un parque a las afueras de Bolonia bajo una luna llena llenísima cuando todos los paseantes y runners se fueron a su casa…

A lo largo de nuestro recorrido por el país, las conversaciones con los italianos han sido constantes. El hecho de que Jolu hable italiano ha facilitado mucho la interacción con los locales: la gente se interesaba por nuestro viaje, de dónde venimos y a dónde vamos, la experiencia de un año viviendo en bici… Una bonita sensación la de poder compartir nuestra historia con otras personas.

Ciclista italiano

En Florencia estuvimos tres días disfrutando de pasear y recorrer la ciudad. Florencia es, sin duda, una ciudad donde destaca la belleza, el arte y la arquitectura. ¿Turistas? Muchísimos. ¿Colas de acceso para los museos, galerías, etc? Otros tantos. Para acceder a muchos de estos lugares, además, se debía haber comprado la entrada por anticipado, ya que se agotaban rápidamente. Nosotros, que siendo sinceros tampoco somos muy de visitar museos, decidimos no volvernos locos a conseguir entradas y nos centramos en lo que más nos gusta: pasear sin rumbo muy definido, observar los edificios y las calles desde diferentes perspectivas y momentos del día y disfrutar de la comida (punto para la bistecca alla fiorentina y para los helados de La Carraia).

Firenze

Tras estos días en la ciudad, volvíamos a subirnos a nuestras bicis para seguir el viaje. ¿Quieres saber cómo continuó la ruta? Te contamos en la segunda parte de nuestro viaje de Cicloturismo en Italia.

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