Cuesta abajo y sin frenos

Solo con el nombre ya da un poco de respeto, «Carretera de la Muerte». Y si buscas un poco de información por internet, no ayuda. Aún así, unas de las actividades por la que estábamos interesados en ir a La Paz, era informarnos sobre hacer el descenso de dicha carretera, aunque su nombre real es «Camino a Los Yungas» dónde el primer nombre camino, hace más justicia que carretera.
Éste camino es considerado uno de los caminos más peligrosos del mundo y no es para menos, puesto que hasta aproximadamente el año 2006 era la única «carretera» que unía La Paz con la región norte de Los Yungas y el número de muertes en accidentes de tráfico era muy elevado. El tramo tiene un desnivel de 3.600 metros en 64 peligrosos kilómetros de recorrido que cuenta con una ancho de un sólo carril (3m en algunos lugares), falta de guardarrailes abocada a precipicios en los que se pierde el fondo tras la niebla. Imaginaos hacer ese trayecto hace unos años con el camino lleno de autobuses, camiones y todo tipo de vehículos.

Actualmente se cuenta con una carretera más moderna y segura que conecta La Paz con Los Yungas que sustituyó en itinerario a ésta, eliminándola de la ruta 3. El sector más antiguo y peligroso para los vehículos se ha convertido en un atractivo turístico para quién quiera un buen chute de adrenalina recorriendo el descenso en bicicleta.
Dentro de las personas que hacen el descenso en bici, entramos nosotros. No hay que menospreciar el riesgo que conlleva recorrer este tramo, porque aún a día de hoy sigue habiendo algún listillo que no sigue las indicaciones de los guías y su final sea parecido al nombre que lleva el camino. En cualquier otro caso, no deja de ser una actividad de aventura muy divertida y que a nosotros nos encantó.
Una vez que llegamos a La Paz, vimos muchas empresas que ofrecían la actividad del descenso y conocimos a varias personas que lo habían hecho. Las recomendaciones eran muy buenas y además podíamos acabar la actividad en una población de Los Yungas, Coroico, un lugar del que nos habían hablado durante el viaje y que también nos interesaba conocer, así que nos dejamos guiar por las referencias de una empresa y nos apuntamos a la aventura.
En la actividad se incluían casco integral, protecciones y ropa, junto con la bici para hacer el descenso. Además, otra de las comodidades es que no te tienes que preocupar de sacar fotos, puesto que hay una persona que hace todo el reportaje fotográfico y de vídeos. Por lo tanto, sólo hay que preocuparse de una cosa, de disfrutar y de no salir despedido por algún precipicio ;).
La bajada empezó a unos 4700 msnm con una niebla muy cerrada y que mojaba muchísimo. El primer tramo es en carretera asfaltada para empezar un poco más cómodos la toma de contacto con la bicicleta. Después de unos poco kilómetros, comenzamos el descenso por el camino. Aquí ya es un poco más peligroso debido a las piedras, las curvas cerradas y los precipicios, pero si sigues las indicaciones de los monitores y tienes un buen manejo de la bicicleta, no tiene por qué pasar nada, a parte de disfrutar con la adrenalina y el paisaje. Conforme fuimos bajando entre baches, niebla, lluvia, cascadas y ríos, el día fue despejando llegando a un paisaje un poco más selvático hasta finalizar en Yolosita, a una altitud de 1200 msnm aprox. Aquí comimos en un hotel (incluido en el pack) todavía con la adrenalina a flor de piel y con ganas de incluso repetir el descenso.

Carretera de la muerte

Después de comer, nosotros nos quedamos para dirigirnos a Coroico. Pueblecito que nos encantó. Es un sitio pequeño pero con bastante vida en la calle. El pueblo gira entorno a una plaza en la cuál fuera la hora que fuera, siempre había gente y eso gusta. El paisaje aquí era un poco más selvático y existen varias caminatas a ríos y cascadas, que hicimos sin dudarlo. El primer día fuimos a las cascadas en una caminata de 1h 30min aprox. y el segundo bajamos hasta río negro, 2h 30min aprox., un lugar mucho más bonito pero con una bajada importante por ello la vuelta la hicimos en taxi con otra pareja que conocimos durante nuestros días en Coroico.
Otra curiosidad del lugar son los afrobolivianos que viven por esta zona. Son personas de origen africano que llegaron como esclavos en la época de la colonia para trabajar la tierra y que hoy en día están totalmente integrados en la sociedad. Es curiosos encontrar personas negras que hablan y visten como los bolivianos más tradicionales.

Coroico

NOTA: El hostal en el que nos alojamos era bastante bueno en comparación con el resto, tenía un balcón con unas vistas alucinantes, piscina e incluso BBQ. Otra cosa que estuvo bien fue coincidir con otras personas (Chilenos, como no 😀 ) para carretear un poco con unas chelas.

3 comentarios en «Cuesta abajo y sin frenos»

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