Grecia en bicicleta: el Peloponeso

Recorrer el Peloponeso

Una vez salimos de Atenas, el camino más directo para cruzar el país sería, desde Corinto, bordear el noreste de la península del Peloponeso hasta llegar a Patra y de ahí cruzar a la parte continental de Grecia. No era nuestra idea. Queríamos conocer y recorrer un poco más este lugar del que tan bien nos habían hablado. Así que, pusimos rumbo al sur del sur de Grecia, en una ruta que nos llevaría tanto a conocer sus costas como sus montañas.

El Peloponeso en bicicleta

 El Peloponeso es la península más al sur de Grecia (con forma de mano o tentáculos si lo miras en el mapa). Entramos por Corinto y llegamos hasta la playa de Astros, donde paramos a descansar un par de días (y recuperarnos de un pequeño costipado que no quería irse). El primer día de ruta nos tenía preparado una buena dosis de subida. De esas que cuando las ves en el mapa parecen una serpiente zigzagueante (aunque de algo de»miedito» verlo, tengo que reconocer que, en la práctica esta es la mejor manera de salvar un gran desnivel, mucho mejor que una carretera recta y tiesa).

Con el sol apretando ya de buena mañana, salimos rumbo hacia las montañas. Pedaleamos la sinuosa carretera: curva a la izquierda, curva a la derecha, a la izquierda, a la de… Avanzando tranquilos, uno al lado del otro, hablando y comentando cosas, repasando historias  de nuestra vida, pensando planes a futuro,… Viajado en bici tenemos de todo: hay días o tramos que cada uno va más a su aire, pedaleando en silencio y con sus propios pensamientos… y hay otras veces en los que nos pasamos el rato de cháchara. Según nos da.

Montañas en Grecia

Pasaban los kilómetros y el paisaje cada vez más era de esos verdes que te atrapan, haciéndote apartar la vista de la carretera para llevarla hacia los colores de sus árboles y montañas. Nos fuimos adentrando en el interior, dejando atrás las zonas más pobladas. Hacia media tarde, buscamos una senda apartada del camino principal, listos para montar campamento. Con muchas horas de sol en este época del año, tenemos bastante tiempo para pedalear, pero también para descansar durante la tarde: tomarnos un café tranquilos, jugar un rato al parchís, las cartas o el ajerez, hacer yoga o estiramientos, tener un rato de móvil, escribir o leer. Lo que más nos apetzca en ese momento, o una combinación de varias. Muy distinto al biorritmo que teníamos cuando pedaleábamos en inviero, y las horas de luz solar escaseaban. 

Ahora tenemos tiempo para llevar a cabo con luz las pequeñas rutinas de «campamento»: colocar/descolocar las alforjas, preparar nuestro saloncito, ducha, preparar la tienda, dejar todo recogido para la noche… Además, después de tanto tiempo en ruta, estas actividades son como una coreografía diaria en la que cada uno conoce sus pasos y nos coordinamos a la perfección.

Montando campamento

Al día siguiente, seguimos pedaleando entre montañas. Este viaje está siendo una inmersión total en la naturaleza. Apenas si visitamos ciudades, monumentos o lugares históricos. Ya no hablemos de museos u otro tipo de actividades a puerta cerrada. Buscamos el contacto con las montañas y los bosques, las carreteras secundarias y los lugares poco transitados. Es más, diría que no vamos buscando «nada que ver» en concreto. No tenemos un planning de lugares a visitar ni tampoco puntos de referencia que digamos:

-Cuando lleguemos a X país veremos X cosas.

Estamos, simplemente, moviéndonos en bici buscando la tranquilidad que se respira en las zonas más de montaña. Trazando la ruta en función de los desniveles y el tiempo que queremos pasar entre montaña o costa. Dejándonos llevar por los maravillosos paisajes y las vistas desde nuestras bicis. Estamos contentos con esta forma de hacer el viaje y, además, estamos los dos en la misma sintonía, lo que facilita mucho la logística y la toma de decisiones.

Pedaleando montañas

Bajando ya de las montañas, vamos en busca de nuestra primera experiencia Warmshowers en Grecia. En la costa de Mani, en un pequeño pueblo a orillas del mar, nos acoge Sotiria: encantadora, alegre, animada y muy muy hospitalaria. Una de esas personas con buena energía con la que enseguida conectamos. Pese a todo el trabajo que tiene, saca tiempo para nosotros: cenas, comidas caseras, paseos en bici, música en directo,… pasamos de quedarnos un día a estar 5, ¡y podrían haber sido más! Nos sentimos realmente como en casa, siendo parte de una familia en Grecia. Gracias de nuevo Sotiria por la experiencia, que sumamos a nuestras historias de buena gente que hemos ido viviendo a lo largo de nuestros viajes. Esperamos que nuestros caminos se vuelvan a cruzar en algún momento, en algún lugar.

Experiencias Warmshowers

Tras nuestros días en Mani, volvemos a la ruta. Siguiente parada: Kalamata. En una playa a varios kilómetros de la ciudad encontramos un rinconcito tranquilo para pasar la noche. No solemos buscar sitios de acampada a las afueras de las ciudades, pero esta vez tuvimos la suerte de encontrar este lugar. De nuevo en ruta, ponemos rumbo a Kiparisia y, por un tranquilo camino a orillas del mar, llegamos  la playa de Elia. Literalmente, el paraiso de las caravanas y furgos. Con la carretera relativamente lejos de la playa, una explanada de varios kilómetros y una zona de árboles donde descansar a la sombra, el lugar invita a quedarse varios días, ¡o semanas! Matrículas de todos los lugares y vehículos-casa de todos los tamaños y condición. A distancia prudencial unos de otros para sentir intimidad, el lugar estaba lleno de hamacas, mesas y sillas, paneles solares, cuerdas de tender y demás cosas que hacen del lugar un auténtico asentamiento. Nosotros nos quedamos un par de noches, y aprovechamos también para acercarnos al pueblo más cercano a solucionar un problema mecánico con mi bicicleta.

Con los vehículos listos, seguimos ruta rumbo al norte. En 3 días era el cumple de Jolu y queríamos llegar antes a la ciudad de Patra para pasar allí el fín de semana en un alojamiento. Desde la playa de Elia, volvimos a meternos hacia el interior, dejando la llanura de la costa y metiéndole desnivel a las piernas. Recorrer esta zona de Grecia es como llegar a lo más hondo y profundo de un lugar. Es pasar por pueblos que son apenas dos calles, rodar por una carretera que une dos pueblos y que, de repente, pase del asfalto a la senda y de ahí a tener que atravesar un río que cruza por el medio. Si vas en coche 4×4 pasas sin problema, si vas en un coche normalito más o menos bien, y si vas en bici dos opciones:

  1. pedaleas con fuerza y rezas para no quedarte varada en medio del río
  2. zapatillas fuera y empujas la bici con el pie fresquito hasta el tobillo.

para nosotros es la segunda opción.

En uno de esos pequeños pueblos que atravesamos, mientras buscábamos en el mapa la dirección por donde continuar, un lugareño se acercó a ayudarnos:

-¿Where do you go?

-To xxxxx. ¿Is that way?

-Yes yes. ¿Where are you from?

-From Spain

¡WOW! ESPAÑA. BARCELONA. Y ahí, se desata la locura. Angelo había sido marinero durante muchos años. Había viajado por todo el mundo pero guardaba un recuerdo especial de España y Sudamérica. Conocía todos los puertos de nuestro país: Málaga, Barcelona, Tarragona, Gijón, Cartagena,… y también hablaba algo de español. No nos dejó marcharnos sin antes invitarnos a un café en el bar del pueblo. Nos presentó a amigos y parroquianos. Intercambiamos teléfonos y direcciones. Un encuentro bonito que terminó con unos emotivos abrazos. Con una invitación a quedarnos a comer que tuvimos que rechazar porque nuestros planes nos llevaban al alojamiento que habíamos reservado en Patra, nos despedimos de Angelo.

Tiempo para nosotros

Así, tras varias horas más de pedaleo y unos cuantos kilómetros, llegamos a la playa de Patra. Con un montón de bonitas historias en el recuerdo y paisajes alucinantes en las retinas. Listos para un fin de semana de celebrar, no solo la segunda mayoría de edad de Jolu, sino también esta maravillosa experiencia en la que nos hemos regalado tiempo para compartir momentos, formar equipo, aprender el uno del otro y disfrutar del camino, este que elegimos recorrer cada día a nuestra manera.

Un tiempo que nos estamos dedicando par vivir esta experiencia de viajar en bici de la que, estamos seguros, no vamos a arrepentirnos.

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