Nota: ¿Y por qué un puente? Te preguntarás… La verdad que no sabía con qué imagen comenzar esta historia. Quería un símbolo que representara confianza y seguridad. Esas sensaciones que hemos vivido de la mano de todas aquellas personas maravillosas que nos estamos encontrando en el camino. Así que ahí va nuestro agradecimiento a toda esa gente que nos ha ayudado y con la que hemos compartido este viaje.
Y es que algo ha pasado en estos poco más de 3 meses que llevamos de viaje. Es algo que hemos experimentado con las gentes de cada uno de los países que hemos visitado hasta el momento, Chile, Argentina y Bolivia. De repente, nos hemos encontrado con una confianza absoluta por parte de personas que apenas conocíamos.
Todo empezó con Javi en Santiago. Ella, nuestra primera Couchsurfing que, sin conocernos de nada nos dejó las llaves de su casa para que al llegar, nos sintiéramos como en la nuestra. ¿Cómo? ¿A unos completos desconocidos dejarles las llaves de mi casa? No es algo a lo que estemos habituados, sinceramente. Tras varios días en la ciudad, y ya conociéndonos un poco más, nos ofreció su casa para dejar parte de nuestro equipaje, y que pudiéramos viajar más ligeros a la Patagonia. Y, otra vez que nos llevamos las llaves de su departamento! Para que a la vuelta no tuviésemos ningún problema para entrar si ella no estaba. Primera muestra de cariño recibida.

Después llegó Mauro, ofreciéndonos su casa tras nuestro trekking en las Torres del Paine. Nos conocíamos de solo tres días y nos abrió las puertas de su hogar, donde conocimos a Lizzete, Diego y Emilia. Con ellos compartimos una semana en Santiago. No sólo nos ofrecieron su casa, también su compañía, charlas y buenos momentos. Incluso nos invitaron al bautizo del hijo de Óscar (otro de los chicos que conocimos en el circuito de las Torres del Paine). Nos hicieron sentir como si fuéramos parte de la familia, y eso, estando a tantos kilómetros de casa se agradece y mucho!

Luego, en nuestro paso por Catamarca, nos encontramos con Luisa. Estuvimos de voluntarios en su casa, ayudándola, aprendiendo sobre permacultura y empapándonos de otra forma de vida más sostenible y de contacto con la naturaleza. Tras una semana, ella se fue a pasar la Navidad con su hija a Buenos Aires, y nos dejó su casa sin ningún problema. Confiando en nosotros el cuidado de sus animales y plantas! En serio, pero ¿qué está pasando aquí? Quizá después de escuchar tantas recomendaciones del tipo «tened cuidado por ahí», lo que no esperábamos eran tantas muestras de cariño y confianza.

Y ahora, en nuestra última parada, en La Paz, conocemos a Rubén y su familia, a través de Couchsurfing. El primer día que quedamos con ellos, recorrimos la ciudad subidos a los teleféricos, donde nos hicimos una idea de cómo es La Paz: caótica, desordenada y llena de tradiciones. Después de esto, nosotros nos fuimos a recorrer la carretera de la muerte y visitar el pueblo de Coroico. Volvimos de nuevo a La Paz, esta vez si para quedarnos en casa de Rubén, Mariana, Vale y Gabo. Cosas del destino, ese día empezaba Carnaval y durante tres días compartimos todos juntos tradiciones como el jisk’a Anata, con sus danzas y sus trajes…, comidas, un día de asado, juegos, películas…en fin, momentos! Encontramos unas personas con las que hablar de política con total libertad, que escuchan a Sabina y que sintonizan en su coche la radio feminista. ¿Qué probabilidades había de que entre tantos millones de personas que viven en La Paz, coincidiéramos con unas que nos hayan aportado tanto y con las que conectamos tan bien desde el principio?

A todos y cada uno, ha sido un placer haberos conocido, así que una y mil veces gracias! La historia de este viaje no hubiera sido la misma si vosotros no hubierais formado parte de ella. Conforme avanza esta aventura, nos damos cuenta que, más allá de los impresionantes paisajes que vamos viendo, lo que más marca y lo que más llena, son las experiencias y las personas que nos vamos cruzando en el camino.
Feliz vida a todos!
Que bueno este artículo y que importante que hayáis vivido esta experiencia, todas estas circunstancias nos reconcilian con la humanidad,nos dan esperanza y ponen una sonrisa en nuestro rostro.Un fraternal abrazo de mi parte para todos ellos,que Dios les devuelva aumentada su generosidad.Para vosotros un beso
Gracias mamá! La verdad que viajar te hace abrir la mente y confiar más. Estas personas, y más buena gente que nos hemos encontrado en el camino son la prueba de esto!! 😀