
El tiempo es algo muy relativo. Dos semanas pueden ser mucho tiempo si no estás a gusto con lo que haces y muy poco tiempo si estás disfrutando del momento. Si hubiera estado en España estas dos últimas semanas, la primera me habría parecido eterna, contando las horas para que fuera Navidad y poder irme de vacaciones a casa. La segunda se me habría pasado volando entre reencuentros, comidas y cenas en familia y tiempo con los amigos. Sin embargo, este año hemos hecho algo totalmente diferente, hemos pasado el periodo navideño en Argentina de voluntarios en la casa de Luisa. A través de la plataforma Workaway, nos pusimos en contacto con este proyecto de permacultura para colaborar en la ecoaldea de Alpatauca, cerca de la ciudad de Catamarca. Llegamos en autobús después de una fugaz visita a Mendoza, una mañana a unos 40º a la sombra. Era nuestra primera experiencia como voluntarios y también la primera en un proyecto de permacultura, de la cual sólo teníamos algunos conocimientos básicos por nuestro amigo Miguel: Para nosotros, consistía en un «tipo» de agricultura, que entre otras cosas, se basaba en la diversidad de cultivos y el rechazo del uso de productos químicos, y fertilizantes en el control de plagas. Poco más. Así, nos plantamos en la casa de Luisa, dispuestos a aprender sobre esta forma de cultivar y a ayudarla en todo lo que fuera posible.

Cuando llegamos, nos encontramos con otro grupo de voluntarios. Eran 6 franceses que iban viajando en bicicleta, desde Lima a Santiago de Chile. Su paso por la casita de las Bucaria estaba terminando, solo coincidimos 3 días con ellos. En ese momento la casa era un hervidero de gente y, sinceramente, veíamos que no había tanto trabajo para repartir entre ocho personas. Al segundo día, empezamos a pensar que quizá no había sido una buena idea comprometernos a estar dos semanas y que igual íbamos a estar un poco aburridos. Pero, como pasa muchas veces, no hay que dejarse guiar por la primera impresión. Los franceses siguieron su viaje y nos quedamos Joselu y yo solos con Luisa. De repente, la interacción se hizo mayor, pasábamos más tiempo conversando con ella, y poco a poco nos iba explicando más cosas acerca de la permacultura. ¿Os acordáis de la explicación del principio? Bueno, casi podéis olvidarla! La permacultura es un sistema complejo que abarca no sólo la agricultura sino también la bioconstrucción, la sostenibilidad y una forma de vida basada sobre todo en el respeto y cuidado a la naturaleza y los seres que habitan en ella. En la práctica, la casa de Luisa, y su vida, es una constante búsqueda y seguimiento de esos principios. Empezando por las construcciones naturales (placas solares, muros de adobe, tejados vivos…) pasando por el diseño de la huerta y el aprovechamiento de los recursos para el autoconsumo y un modo de vida que se aleja del consumismo al que estamos acostumbrados en nuestra sociedad.

En estas dos semanas, el trabajo ha sido liviano y variado. Hemos regado la huerta, sembrado y cosechado, recogido algarroba que luego se procesa para obtener harina, cocinado panes y dulces caseros, elaborado cerveza artesanal (y la hemos catado también, jejeje)… Hemos tenido tiempo libre para estar en la psicina, conocer un poco el barrio, leer, jugar a cartas y, en fin, pasar el rato como quisiéramos. Pero sobre todo, me quedo con todo lo aprendido y compartido en nuestras conversaciones con Luisa. Ella tiene muchos conocimientos y una manera de ver la vida que ha cuadrado bastante con la forma que nosotros tenemos de ser y pensar: con una vida más sostenible y menos consumista, donde para vivir necesitamos mucho menos de lo que nos pensamos (o de lo que nos han hecho creer). Hemos podido comprobar de primera mano que otras formas de vida son posibles, y esto nos sirve como reflexión, para replantearnos ciertas cosas.
Asi, casi sin darnos cuenta, el tiempo ha avanzado veloz y ha llegado el día de marcharnos. De volver a colgarnos la mochila al hombro para seguir recorriendo. Desde la ciudad de Salta, en la que nos encontramos ahora, haremos base para pasar el fin de año y también para conocer la región Noroeste de Argentina. Tras dos semanas de relajarnos y permanecer quietos en un mismo lugar, entraremos en el 2018 con ganas de volver al movimiento. El viaje continúa!
La señora Luisa es un pozo de ciencia!!!!!!!! Ya lo dice el refrán no es mas rico el que más tiene , sino el que menos necesita.Que razón tiene. Pasadlo bien ,besos
Falta alguna fotografía de chuletones argentinos para los carnívoros. Una idea para la página: Dibujar un mapa sencillo del recorrido que estáis haciendo. Un beso para los dos.
Eso es verdad! No hemos hecho foto a ninguno de los asados que hemos hecho, mal! jejeje. Es una buena idea lo del mapa, veremos qué se puede hacer 😉 Un beso!
Todavía queda espacio para alguna idea, pero señalar el recorrido me parece interesante para luego tener claro por donde se ha ido y no tener que ejercitar demasiado la memoria.
Que vaya bien.
Besos
Estáis hechos uns «hippies roñosos». De aquí a nada con los black feet y un taparrabos 🙂