Se empieza a notar. El calor ya es constante desde por la mañana, la gente ha sacado del armario pantalones cortos y sandalias, las terrazas están hasta arriba y la playa empieza a salpicarse de tumbonas, sombrillas, chiringuitos y los primeros valientes que inician la temporada de baño. A pocas semanas de que sea oficial en el calendario, podemos decir que ya empieza el verano. Ya cantamos cómo hemos disfrutado este invierno de Benicàssim, pero tampoco vamos a negar que nos apetece bastante pasar el verano en la playa, a vora mar.
Hasta hace no tanto y durante varios años, habíamos pasado nuestros veranos, salvo vacaciones de turno, en Madrid. Cierto es que la ciudad se queda muy tranquila, no hay tanto volumen de gente, ni atascos a todas horas, ni empujones en el metro. Hay muchas terrazas y fiestas de barrio sí, pero… eso de tener el mar frente a frente cada vez que sales al balcón, se agradece.

Indudablemente, no todo el mundo vive en la costa y, para todos aquellos que son de interior (véase, por ejemplo, de algún pequeño pueblo de la Mancha…), los veranos tienen otras alternativas: ríos, lagos y, por supuesto, pozas. A una de estas pequeñas maravillas donde refrescarte del sofocante calor veraniego queremos referirnos hoy. En concreto, y ya que hemos mencionado Cuenca, vamos a hablar de un espectacular sitio de esta provincia. Un paisaje que nos tiene encantados con sus caídas de agua, su naturaleza y su ambiente paisaje que invita al relax. Hablamos de Las Chorreras de Enguídanos.
¿Quieres saber cómo llegar a este increíble lugar después de una buena ruta por la zona? ¡Sigue leyendo!
¿Cómo llegar a las Chorreras de Enguídanos?
El pequeño pueblo de Enguídanos, se encuentra al sureste de la provincia de Cuenca, cerca ya de Valencia. Llegando al pueblo, nosotros siempre dejamos el coche aparcado cerca de la piscina municipal del pueblo, al lado del bar «La Torrá» . Dejando el bar a nuestra espalda, iniciaremos el camino descendiendo hacia la derecha, saliendo del pueblo. Pasamos por delante de la estructua de un edificio que nunca ha terminado de construirse, después pasamos por una depuradora y un pequeño parking, para enseguida encontramos las señales blanca, roja y amarilla del sendero de pequeño recorrido PR-CU 53.

Enseguida pasaremos por encima de una playa de río, que dejaremos a nuestra izquierda, la presa del río y nos adentraremos por la montaña, en dirección a las pozas.
Descripción de la ruta
La ruta es bastante sencilla, sin mucho desnivel. Sí que es verdad que en verano hace muchísimo calor, y recomendamos salir temprano e ir bien preparados para la ruta: gorra, gafas de sol y mucha protección solar.
Tras varios kilómetros, llegaremos a una zona de miradores. Es un tramo muy bonito de la ruta dónde pasas por encima del cauce del río. El agua ha ido tallando las paredes de la montaña y te encuentras viendo los saltos y caídas del agua desde arriba. Realmente es una zona preciosa. Desde las alturas podremos ver a grupos de barranquismo que durante la temporada de verano desciende este tramo del río lleno de cascadas, rápidos, saltos,…

Empezando a descender, llegamos a la zona de pozas. Realmente el paisaje es para alucinar. La erosión del agua sobre la roca, el color rosado de la piedra, y las aguas cristalinas hace que te quedes algunos segundos sin habla. Nosotros siempre que llegamos, buscamos un lugar en la sombra bajo los árboles, extendemos nuestra tela hippie-multiusos y ya estamos preparados para un chapuzón refrescante. Recomendamos siempre llevar unos escarpines para ir al río. A lo largo de la zona hay varias pozas, saltos, cascadas,… Aunque suele haber bastante gente, como la zona es extensa, no suele dar sensación de lugar masificado. Se trata de buscar tu pequeña poza y disfrutar del agua fresca (bueno, más bien helada, jejeje) después de una caminata bajo el sol.

Después de uno o varios baños refrescantes, algo de comida y si puede ser una siesta a la sombra, toca recoger las cosas e iniciar el camino de vuelta. Por supuesto, es importantísimo que todo lo que llevemos, vuelva con nosotros. La basura, comida o papeles que utilicemos a lo largo de la ruta, es importante llevarlos de vuelta (sí, hablo incluso de los papeles con los que nos limpiamos si vamos al baño). No es nada agradable llegar a un lugar, apartarse un poco, y comprobar que esa zona se ha convertido en un campo de minas de los pañuelos de papel. No cuesta nada cogerlo, guardarlo en una bolsa, y tirarlo cuando volvamos al pueblo. A nosotros particularmente, no nos gusta dejar ni siquiera restos orgánicos (pieles de frutas, cáscaras de frutos secos,…). Pensamos que, en sitios donde vamos mucha gente, si todos hiciéramos lo mismo y dejáramos nuestros restos (aunque sean biodegradables), estamos deteriorando muchísimo el paisaje y su imagen. Tenemos que ser conscientes de que todos nuestros actos tienen una consecuencia, y hay que ser responsables y cuidar de este planeta. Además, guardar la basura que uno genera, te hace ser mucho más consciente de todo lo que consumes y cómo los consumes. De esta manera, es como puedes empezar a cambiar tus hábitos e intentar ser, poco a poco, más sostenible.

Así, siguiendo siempre las señales del PR-CU 53, cogemos de nuevo la senda que nos llevará de vuelta hacia el pueblo de Enguídanos. El último tramo del camino se realiza por el mismo lugar por el que iniciamos la ruta.
Para nosotros, este sitio fue un descubrimiento total. Así que os animamos a probar y disfrutar la ruta y el oasis de las Chorreras.