Maravillas cerca de casa: El nacimiento del río Cuervo

Cuando has caminado frente a glaciares y conducido entre montañas de colores en Argentina, pedaleado en el desierto más árido del mundo en Chile, caminado por el cielo y rodado la Carretera de la Muerte en Bolivia, presentado tus saludos a la Pachamama en Perú, ascendido volcanes, navegado algún cráter en kayak y llegado hasta la mitad del  mundo en Ecuador… Después de todo eso, va y llegas a Cuenca para, simplemente, a-lu-ci-nar con lo que allí te encuentras. Una estampa con la que no contabas, digna de la mejor postal.

Nacimiento del río Cuervo

Cuando piensas en una provincia como Cuenca, seguramente lo primero que se te venga a la cabeza sea la imagen icónica de los molinos manchegos. Sin embargo, la cara B de esta provincia es su serranía. Una zona de frondosa vegetación y agua a raudales. Un lugar plagado de árboles, ríos y barrancos. Naturaleza en estado puro y, sobre todo, naturaleza no especialmente masificada.

Es en este momento donde te asalta el tan manido pensamiento «hay que ver las cosas que nos perdemos tan cerca de casa…«. Creo que es una tendencia generalizada: cuando piensas en un viaje, te imaginas playas caribeñas, civilizaciones perdidas, capitales europeas… y millones de opciones más, cuanto más lejos, muchas veces, mejor. Sueñas con recorrer en camper la costa oeste de EEUU o ver el sakura en Japón. Y es normal, el mundo es inmenso y el ser humano es curioso por naturaleza. Sin embargo, hay muchos, muchísimos lugares a escasas horas de distancia de nuestras casas, que son totalmente sorprendentes y diferentes a lo que conocemos. El problema, creo yo, es que siempre dedicamos poco tiempo a estos sitios: una visita de un día o una escapada de fin de semana. En cuanto vemos un puente o unas vacaciones, empezamos a plantearnos otros destinos.

Estando en el nacimiento del río Cuervo, nos entraron unas ganas inmensas de poder quedarnos 10 días, 2 semanas… Disfrutando de la tranquilidad del lugar, el ambiente de la montaña, el hielo de madrugada y la estufa de leña en la casa. Nos encantaría dedicarle más tiempo a un sitio como este. Tan cerquita de casa pero a la vez tan diferente.

Y he aquí el quid de la cuestión: la falta de tiempo. 

Y es que hay mucho mundo por conocer, y poco tiempo para hacerlo. Por eso tendemos a irnos lejos, porque dejamos «para el final» lo más cercano. Suele ser el pensamiento habitual pero, a veces me planteo que no sé cómo va a ser ese futuro, y que quizá, no pueda abarcar todo lo que me quiero dejar «para después». Así que, si ahora mismo me veo con ganas de conocer más de cerca lo que queda «cerca», así lo haremos, dejándonos sorprender en nuestra propia casa.

Y bueno, después de este momento de reflexión sobre vivir el aquí y el ahora... pasemos a los datos prácticos.

Si quieres conocer el nacimiento del río Cuervo, nuestra recomendación es que te animes a hacerlo llegando a través de una bonita ruta que parte desde la cercana localidad de Tragacete, el PR-CU79. Llegando al pueblo, tienes que dirigirte al albergue de San Blas, punto de inicio de la ruta. Desde allí, se inicia el camino, que incluye una subida al Cerro San Felipe, el segundo punto más alto de la provincia de Cuenca. Un ascenso continuado que en este mes de Enero estaba cubierto de nieve. Y que dejaba estampas tan bonitas como esta:

Nieve en el cerro San Felipe

Tras unos 11km de recorrido, la ruta finaliza en el aparcamiento de acceso al nacimiento del río Cuervo. Se accede a través de un conjunto de pasarelas, al final de las cuales nos podemos dejar sorprender con la impresionante caída de agua. Si te animas a seguir un poco más, llegarás hasta lo que es el propio nacimiento del río. Realmente vale la pena animarse con esta ruta y disfrutar de la naturaleza de la Serranía, un punto en el que se unen las vertientes hidrográficas atlántica y mediterránea de la Península. 

Otra recomendación, es visitar la cercana localidad de Vega del Codorno. Este pequeño pueblo, de apenas 90 habitantes censados, se encuentra dominado por una impresionante gruta natural. A este monumento de la naturaleza se puede acceder en pocos minutos andando desde el pueblo, e incluso se puede acceder a la gruta. Nos adentramos caminando por la oscuridad una decena de metros, pasando entre paredes moldeadas por el agua, y estrechas aberturas por las que teníamos que pasar agachados. Una vez nos encontramos con el agua, media vuelta y camino de regreso al pueblo. A disfrutar de la tranquilidad del lugar, una rica cena en El Refugio y una noche de leña y estufa.

¡Un lugar increíble que nos ha encantado conocer! Hemos descubierto un lugar maravilloso muy cerquita de casa, ¡volveremos! 

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