Minimalismo, ¿una forma de vida?

Según la RAE, minimalismo se define como:

  1. Corriente artística contemporánea que juega con elementos limitados.
  2. Tendencia estética e intelectual que busca la expresión de lo esencial eliminando lo superfluo.

Si consideramos la definición de Wikipedia:

Minimalismo, en su ámbito más general, es la tendencia a reducir a lo esencial, a despojar de elementos sobrantes. Es una traducción transliteral del término inglés minimalism, o sea, que utiliza lo mínimo (minimal en inglés).

Personalmente, siempre había asociado el término minimalista a los objetos, arquitectura o decoración. Un coche sin muchos extras sería minimalista, al igual que lo sería un salón de lineas rectas con pocos muebles.

Nunca me había parado a pensar en la esencia del concepto o en definirme a mí misma como tal. La verdad es que no me gusta etiquetarme o clasificarme en ningún grupo, pero sí tengo claro que hay movimientos o ideas de las que soy fiel defensora y que comparto en mayor o menor grado. Ser minimalista (o considerarme como tal) no es algo que haya hecho de un día para otro. No me levanté un día pensando, «ala ya está, soy minimalista». Es un proceso de conocimiento de uno mismo, un estilo de vida que se elige y se construye.

La casa a cuestas

Cuando nos planteamos iniciar un viaje de varios meses por Sudamérica, uno de los preparativos por los que sí o sí teníamos que pasar era preparar el equipaje. ¿Qué te llevas en la mochila para un número indefinido de meses y un número indeterminado de climas? Llevo años y años haciendo y deshaciendo mochilas y maletas: 5 años de carrera entre Castellón y Valencia con viajes cada fin de semana, 4 años en Madrid con visitas a la terreta, viajes varios… y, aún así, hacer la mochila me sigue costando. Os podéis imaginar que la idea de preparar el equipaje para un viaje largo me parecía una tarea…digamos poco apetecible. 

Por resumir, diremos que para el viaje nos llevamos dos mochilas cada uno:

  • Mochila grande (50/60 litros) con toda la ropa de invierno y verano, objetos de aseo, botiquín…
  • Mochila pequeña (20/30 litros), una con aparatos tecnológicos (portátil, cargadores, cámara…) y otra con las cosas que considerábamos que teníamos que llevar más a mano como comida, agua, crema solar, gafas, chubasquero… según el caso.
Despedida aeropuerto
Despedida en el aeropuerto.

Iniciamos el viaje y nos acostumbramos perfectamente a la rutina de instalarnos en un hostel, sacar lo necesario de la mochila, rehacerla en el momento de retomar camino, movernos por la ciudad con dos mochilas cada uno, funda por aquí, cierra las correas por allá, cargar la mochila en el autobús… Poco más de un mes después de haber iniciado el viaje, llegamos a casa de Luisa en Catamarca, donde estuvimos casi tres semanas instalados. Cuando llegó el momento de retomar la marcha, nos planteamos nuestra mochila: llevábamos dos meses de ruta y había cosas que todavía no habíamos utilizado ¿de verdad queríamos seguir cargando con ellas? Nos dimos cuenta que no nos costaba nada desprendernos de esos objetos. Que ni los necesitábamos ni los íbamos a echar de menos.

Ese acto nos hizo plantearnos el apego que tenemos a los objetos materiales. Nos dimos cuenta que en ese momento, con dos pares de pantalones y cinco camisetas, eramos más felices que con un armario lleno de ropa. No echábamos de menos tener un «modelito» para cada día, ni estrenar ropa nueva. Con lo que teníamos era más que suficiente. Las necesidades  materiales que teníamos en el viaje eran muy básicas y cualquier cosa que fuimos necesitando, la fuimos consiguiendo durante el camino. 

Lo esencial cabe en una mochila

¿Y qué pasa ahora?

A la vuelta a casa, hemos seguido manteniendo este modo viajero. Muchas de las cosas  que guardamos en cajas antes de irnos, continúan allí y tampoco hemos sentido necesidad de comprar más ropa. Este ha sido uno de los cambios en nuestros hábitos: controlar y reducir el consumo desmedido. El tener de todo sin preocuparnos por las consecuencias de nuestro consumo. Y esto, nos lleva al inicio del post, al minimalismo. A reducir a lo esencial. Evidentemente cada persona tendrá su propio umbral de necesidad. Nosotros vamos aprendiendo  día a día a rechazar todo aquello que nos venden como «necesario» y que nosotros consideramos que no lo es. A ser más conscientes de qué consumimos y cómo lo consumimos. Si durante el viaje hemos sido totalmente felices con lo que nos cabía en una mochila, ¿para qué necesitamos más?

Es un proceso que hemos iniciado y creemos que no tiene marcha atrás. ¡Hola minimalismo! ¡Adiós consumo desenfrenado! ;D

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