Para quienes no conozcáis Benicàssim, y por situaros un poco en el mapa, os diré que es un (no tan) pequeño pueblo de costa, a escasos 14 km de Castellón. Pese a estar tan cerca, lo habitual y establecido para los que somos de aquí, salvo excepciones que confirman la regla, es veranear en Benicàssim. No es nada raro que la gente pueda tener una segunda vivienda allí para pasar los meses de verano. En junio, el ritmo en la ciudad de Castellón empieza a ralentizarse para cederle todo el protagonismo a Benicàssim. Para los castellonenses, esto ha sido una «forma de vida» pero, como sabemos, no todo es estático y las cosas en esta vida, cambian.
Se nota, se huele en el ambiente… el cambio ha llegado a la terreta y, a lo largo y ancho de Benicàssim, hay más movimiento durante todo el año. Se terminaron los inviernos vacíos a lo largo de los 6 km de costa que separan el Pirulí del Voramar. Benicàssim es un lugar donde cada vez más gente se plantea vivir todo el año. El verano pasado, nosotros decidimos que también nos quedaríamos en Benicàssim. En poco más de un año hemos pasado de vivir en Madrid, la capital y macro-ciudad por excelencia de España, a vagar por Sudamérica para terminar donde estamos ahora: en un apartamento con vistas directas al Mediterráneo.

Benicàssim, al menos para mi, ha sido la gran sorpresa de la temporada. Frente a las leyendas que nos creíamos los de Castellón sobre que «Benicàssim en invierno está muerto», hemos descubierto la vidilla de este lugar. Sinceramente, nos ha encantado estar aquí. Es cierto que ahora, con el verano asomando la cabeza, eso de vivir a escasos 20 metros de la playa suena a planazo pero, hemos disfrutado muchísimo también de estar aquí en invierno. Una buenísima sorpresa que, estando tan cerca, nunca me había planteado antes…
Aquí tenéis algunas de las claves que han hecho que disfrutemos tanto del invierno en Benicàssim:
1. Las rutas de senderismo
No podemos hablar de senderismo en Benicàssim sin nombrar al Desierto de las Palmas. Este parque natural, que nace casi a orillas del Mediterráneo, es uno de los puntos fuertes de Benicàssim. En este paraje podemos encontrar desde castillos hasta zona de «retiro espiritual»; muchísima vegetación y vistas de infarto.

Desde el pueblo de Benicàssim se puede llegar tranquilamente andando, en bici o coche. Si llegas en coche, se puede acceder hasta el Centro de Interpretación, lugar del que parten varias rutas de diversa dificultad. Clásicos como la subida al Bartolo (el pico más alto, de 729m) o la ruta de las fuentes del Desierto. También hay excursiones más complejas como la subida a las Agujas de Santa Águeda. Esta cresta es uno de los iconos más representativos de Benicàssim y uno de los miradores más impresionantes. Escalar los últimos metros del Agulló, para encontrarte suspendido entre el mar y el interior de Castellón, es una sensación increíble.
Salir de ruta por libre en el Desierto de las Palmas es totalmente factible, los senderos están muy bien señalizados y es fácil seguirlos. Pero, si quieres ir con alguien con más experiencia que conozca los caminos, tienes la opción de apuntarte a alguna de las excursiones que organiza al desierto el Ayuntamiento de Benicàssim.
2. Cine en el teatro municipal
Este es uno de los clásicos de Benicàssim de los que más hemos disfrutado este invierno: un auténtico cine en el centro, sin multisala, ni combos de palomitas + CocaCola, sin precios abusivos ni grandes efectos especiales. Un cine de los de toda la vida. Con estrenos de cartelera y otras películas más alternativas. En versión original y dobladas. Un espacio cultural que ha desaparecido en muchos centros de ciudades (como Castellón, por ejemplo) y con el que nos ha encantado reencontrarnos.
3. Mercado de los jueves
Desde que decidimos cambiar nuestros hábitos de consumo, evitar en la medida de lo posible los supermercados se ha convertido en una máxima de nuestras compras. Es por eso que hemos empezado a frecuentar más los mercados, fruterías, pescaderías o carnicerías de barrio y tiendas a granel. En Benicàssim, el mercado se hace los jueves. Comercio de cercanía, con productos frescos y de buena calidad. Mención especial a la reacción de las tenderas y tenderos cuando sacábamos nuestras bolsas reutilizables. Mucha sorpresa e interés ante esta forma de comprar. Quién sabe si quizá hemos podido plantar alguna semilla de cambio en otros consumidores…
También es curioso ver cómo en Benicàssim se mezclan locales y foráneos. Muchos europeos se vienen a este pueblo costero a pasar el invierno en un clima que muchas veces no han vivido ni en los mejores veranos de sus países de origen. El mercado es un punto de encuentro para todos ellos, un lugar común. Es curioso jugar a reconocer quién es de aquí y quién no. Adivina, ¿quién va en enero con abrigo y bufanda a 15ºC y quién en chanclas y manga corta?

4. Paseos en bici
Pedalear es una motivación para nosotors. Vale sí, para uno más que para otra…ejeeeem… pero ¡a los dos nos encanta! Hemos disfrutado del buen clima que ofrece el invierno en Benicàssim para pedalear hasta Castellón, recorrer el paseo marítimo hasta el Voramar, ir a cenar al pueblo, o aprovechar un fin de semana recorriendo la Vía Verde entre Benicàssim y Oropesa o subiendo al Desierto de las Palmas. La bicicleta concebida no solo como medio de transporte, sino como forma de independencia y movilidad. Una manera de fluir a tu ritmo, únicamente con el motor de tus piernas.

5. Disfrutar de la tranquilidad de terrazas y bares
Si eres de las/los que te gusta el bullicio, quizá deberías saltarte este punto… Pero, si has estado en Benicàssim, un sábado del mes de julio o agosto, a las 8 de la tarde en la calle de las Tascas, puede que me entiendas si te digo lo mucho que hemos valorado llegar a tomarnos una cerveza o salir a cenar sin el estrés y la presión de «encontrar un hueco donde ponernos». Uno de los puntos fuertes que tiene vivir en Benicàssim en invierno es la tranquilidad de poder ir a cualquier lado sin reservas y sin agobios. Benicàssim tiene muchísimos lugares donde cenar estupendamente, y hemos podido probar unos cuantos estos meses. Incluso hemos descubierto un bar donde ¡PONEN TAPA! De verdad que no exagero cuando digo que es una de las cosas que más he echado de menos de Madrid. Ese lugar se ha convertido en nuestro bar de cabecera en el pueblo.

Otros puntos fuertes de Benicàssim en invierno, que no hemos probado, pero que no descartamos:
Vivir en caravana frente al mar
Existe un área, entre Castellón y Benicàssim, donde entre Octubre y Mayo se concentran un gran número de caravanas. En este parking frente al mar, se ordenan, una al lado de otra, multitud de caravanas (a cada cual más grande, y con más extras). Nosotros somos un poco menos «ambiciosos» y nos conformaríamos con una furgoneta con la que poder viajar y sentir la libertad que te da el llevar tu casa a cuestas.

Deportes acuáticos para el invierno
La calidez del mar Mediterráneo hace que muchos practicantes de deportes como el surf o el kitesurf se acerquen a estas costas en busca de olas y temperatura del agua asequible. Muchas mañanas nos hemos levantado con unos cuantos surferos frente a nuestro apartamento, o bien hemos paseado a lo largo de la costa viendo las cometas de kitesurf surcar el cielo a ritmo de los vientos que por aquí soplan. Como nos apuntamos a todo, no dudamos en probar alguno de estos deportes.
Bonus track: Desayunos frente al mar
Uno de mis mejores momentos del día es el desayuno. Sin duda es la comida del día que más me gusta, y de la que me gusta disfrutar sin prisa siempre que puedo. El invierno en Benicàssim ha tenido días de lluvia, alguna tormenta y sesiones de viento pero, el sol ha brillado la gran parte del tiempo. Esto nos ha permitido disfrutar de momentazos como este en pleno Diciembre: Desayunos frente al mar, desayunos a «boca mar».
