Recorriendo la Mancha: Segóbriga y Belmonte

El factor sorpresa, la capacidad de asombro o la búsqueda de aquellas costumbres o comportamientos que nos resultan novedosos y diferentes,… son algunas de las cosas que buscamos, o simplemente aparecen, cuando viajamos. ¿O acaso viajamos miles y miles de kilómetros, vuelos mediante, para acabar en un lugar en el que también se come tortilla de patata, se juega al mus y se baila chotis? (por poner un ejemplo). Lo cierto es que la capacidad de sorprendernos con aquello que vemos o descubrimos, es uno de los puntos fuertes de viajar. Me viene a la mente, por ejemplo, llegar a Santiago de Chile y, recién aterrizados, darnos cuenta de que no entendíamos la mayoría de las conversaciones, aunque te juren y prometan que allí, se habla castellano. O vivir el carnaval boliviano y descubrir que una de sus tradiciones en aquellas fiestas, llamada challa, consiste en una ofrenda a la Pachamama, un regalo a la madre tierra en agradecimiento por todo lo que de ella se recibe.  En el campo se queman ofrendas en un pequeño altar y en la ciudad se riegan los negocios, coches, casas,… con alcohol y serpentinas. O cuando llegamos a Ecuador y nos enamoramos de uno de sus platos típicos: el mango verde con sal y limón,…

Probar cosas nuevas

Parece que viajar lejos es sinónimo de conocer nuevas culturas, costumbres, formas de vida,… es conocer otras persona, otras miradas y otros puntos de vista pero, ¿y qué pasa con lo que tenemos cerca? ¿Se pierde el factor sorpresa cuando uno viaja por su propio país? Pues, si nos ponemos a pensar, nos daremos cuenta enseguida que no es lo mismo vivir en las alpujarras que en las rías Gallegas. O que no se come lo mismo en Segovia que en el País Vasco. Entonces ¿nos vamos lejos muy lejos porque ya conocemos suficientemente los sitios más cercanos? Rotundamente no. Todavía nos queda muchísimo por conocer. 

Hace unos meses nos sorprendimos con una visita al nacimiento del río Cuervo, en la serranía de Cuenca. Esta vez, nos hemos dedicado a recorrer algunos puntos de La Mancha. Haciendo base «en casa», desde Villamayor de Santiago, hemos dedicado un fin de semana a conocer algo más de la zona. Te contamos nuestros descubrimientos de los últimos días recorriendo la Mancha.

Parque arqueológico de Segóbriga

Complejo arqueológico Segóbriga

Como todos sabemos, la historia la escriben siempre los vencedores. Es por eso que conocemos, sabemos y estudiamos que los romanos invadieron la península Ibérica y se asentaron en el territorio durante varios siglos (II a.C. a V d.C.). Segóbriga fue uno de los asentamientos importantes de la zona centro de Hispania. Y ¿cuál fue la razón? El lapis especularis o, dicho «en cristiano» el yeso espejo. El cristal de aquella época, antes de que se descubriera el vidrio. Aquí no se daba puntada sin hilo. Así, en los alrededores de las minas, se construyó una ciudad que pudo albergar en su momento de máximo esplendor a unas 3.000 personas. A la ciudad no le faltaba detalle: teatro, anfiteatro, circo, termas, foro,… Una villa que debió ser muy próspera debido a la gran necesidad de lapis especularis que había en todo el imperio.

Teatro de Segóbriga

Lo cierto es que la ciudad está muy bien conservada, debido sobre todo a que no ha estado habitada en los siglos posteriores a su abandono por el imperio romano. Y esto, junto con las explicaciones de la guía, hace que te puedas imaginar cómo sería haber vivido en aquella época. Un paseo por siglos anteriores, una manera de adentrarse en una civilización que tanto ha legado. Observar cómo cosas que seguimos utilizando hoy en día provienen de aquella época. Pensábamos que éramos lo más, que habíamos reinventado la rueda, y va y resulta que ya existía el alcantarillado, los acueductos, el sistema de suelo calefactado,… ¡casi nada!

Segóbriga ha sido una visita muy interesante en nuestro recorrido por La Mancha. Un lugar que recomendamos totalmente y, si puede ser, acompañados por una guía. Aquí dejamos algunos datos prácticos para la visita al complejo arqueológico:

El castillo de Belmonte

Escenario de batallas, asedios, intrigas y enredos palaciegos, el castillo de Belmonte aparece ante nuestros ojos, en lo alto de una colina, sobre el pueblo que le da nombre. Un puente levadizo y lo que fuera un antiguo foso hace siglos, te dan la bienvenida a este imponente castillo, al que no le falta detalle.

Castillo de Belmonte

En otros castillos, los restos de muros, torres y almenas, te evocan lo que pudo haber sido. Juegan con tu mente a imaginar lo que pudo ser… Pero Blemonte no te intuye. Belmonte te muestra, con todo lujo de detalles, lo que fue un castillo en su momento de máximo esplendor. Traspasar los muros de piedra es como dar un salto 500 años atrás e imaginarte en la corte de Don Juan Pacheco (señor de Villena), en sus tramas contra los reyes de aquel momento, Isabel y Fernando. Gracias a la guía del castillo, no solo conoces acerca de arquitectura, construcciones, estilos y grandes obras. También te sumerges en la vida de un castillo entre los siglos XV y XVIII. Imaginar cómo fue la vida en aquellos años. 

El castillo tiene grandes salas, dependencias, escalinatas y multitud de información histórica y arquitectónica. Un verdadero lujo para aquellos a los que nos interesa la historia. La última parte de la visita se realiza por las almenas y torres del castillo. Subiendo y bajando escaleras. Con el ondeo de las banderas al viento retumbando en tus oídos, donde se muestran los escudos de los señores de siglos pasados. Desde esa posición privilegiada, se puede contemplar el pueblo a tus pies. Los paisajes y las lomas donde pinos y encinas se dispersan hasta donde alcanza tu vista.

Detalles de Belmonte

En menos de dos días he descubierto dos grandes obras, vestigios de antiguos pueblos que nos han enseñado algo más de la historia de este país. Que nos ha mostrado un poco más, de donde venimos. Porque es importante conocer la historia, saber de donde viene uno, para poder decidir dónde quiere ir. Conocer los errores y aciertos del pasado, y poder actuar en consecuencia.

Después de cinco años visitando Villamayor de Santiago, hoy conozco algo más de la zona. Poner ciertas cosas en contexto, con un marco histórico. Aunque nos guste muchísimo eso de cruzar medio mundo y conocer otros lugares, también nos parece realmente interesante conocer y entender lo cercano, aprendiendo a apreciarlo y valorarlo.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Translate »