Redescubriendo la terreta

Han pasado, oficialmente, once años desde que dejé de vivir de manera diaria en Castellón. Antes si quiera de cumplir 18 años, me fui a Valencia a estudiar. Seis años de carrera, un Erasmus en Polonia y, finalmente, llegó el momento de buscar trabajo. A pocas semanas de terminar, me salieron unas prácticas en Madrid, y para allá que me fui. Y allí estuve viviendo cuatro años y medio, hasta que decidimos dejarlo todo y salir a recorrer Sudamérica. De 2007 a 2018, he estado volviendo fines de semana, vacaciones y eventos varios. Tengo que decir que, comparado con Valencia y Madrid, siempre había pensado que Castellón no tenía «mucho que ofrecer». Sin embargo, no sé si habrá sido el último cambio de gobierno o pasar de tener 17 a 28 años y que mis intereses han cambiado, pero claramente estoy viendo una nada despreciable oferta cultural y de ocio en Castellón.

La farola

Desde conciertos, teatros, exposiciones, salas de escape, bares… a cualquier otra cosa que se me pueda ocurrir. Es cierto que no son 50 obras de teatro, 20 conciertos o 14 escapes como en Madrid, pero es que tampoco hay gente para tanto. De repente, he descubierto que en Castellón hay bastantes cosas para hacer y, además, que no tardo 40 minutos o una hora en llegar a los sitios. Puedo llegar en 10-15 minutos andando. Una de las ventajas que ganamos al despedirnos de Madrid. En estos momentos tenemos tiempo para andar, pasear, salir con la bici, bajar a comprar al mercado… Uno de los sitios al que nos gusta llegar es al parque Ribalta, uno de los sitios más verdes de la ciudad.

Atardecer parque Ribalta

Un lugar que he redescubierto y que me gusta. Ya hemos estado allí de concierto, de mercadillo y también por el simple placer de dar una vuelta. Y creo que nunca había prestado atención a los detalles del parque… Pero después de tantos meses viajando, creo que tengo los sentidos más despiertos. Te fijas más en las cosas y estás más predispuesto a sorprenderte. Esa sensación me gusta. Cuando te «acostumbras» mucho a un sitio, perdemos esa magia de mirar y sorprendernos con aquello que nos encontramos. Cuando vives con prisa y te come el tiempo, no puedes pararte a cosas tan simples como escuchar a un músico tocar en la calle, observar a alguien haciendo burbujas en un parque o sencillamente sentarte a contemplar como cambia la luz al atardecer.

Detalle Parque Ribalta

Y de esto estamos disfrutando ahora. Dedicando tiempo a otro tipo de cosas… A coger las bicis y pedalear hasta la playa, pararnos en la Renegá y disfrutar de su paisaje y tranquilidad. Visitar a nuestros amigos en la huerta y sorprendernos con sus avances semana a semana (viendo como la permacultura llena de vida ese terreno entre acequias). También estamos experimentando, especialmente Jolu, con la masa madre y las harinas. Creando variedades de «pan de verdad». Ahora que seguimos disponiendo de nuestro tiempo, queremos aprovechar para hacer las cosas de otra manera. Intentar ser más sostenibles y más auto-gestionados. Un proceso que ya llevamos tiempo rumiando, y que estamos empezando a poner en marcha. Otro manera de entender y querer vivir la vida. 

La Renegà

Así que, hasta que acabemos de definir dónde, cómo y qué camino vamos a seguir, estamos disfrutando de todo aquello que Castellón nos ofrece. Porque, como dirían aquí, «Castelló, la millor terreta del món«. Y, no sé si será la mejor del mundo, pero por experiencia propia podemos decir que aquí no se está nada mal.

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