Ruta en bici de Castellón a Villafamés

¡Que levante la mano a quién le parezca un planazo de domingo pasarse el día pedaleando! Es muy cierto que echamos de menos una de esas rutas de carretera y manta. De pedalear cargados con 10 kilos en las alforjas, la tienda de campaña, la incertidumbre de dónde dormiremos cada día y la seguridad de que, pase lo que pase, vamos a disfrutar al máximo del viaje. Pero, como a falta de pan buenas son rutas de un día, nos decidimos a hacer un recorrido circular pasando por alguno de esos bonitos pueblos del interior de Castellón.

Buscando opciones de rutas en ese inmenso mundo que es Internet, nos pasa que la mayoría de recorridos que encontramos, son para hacer en BTT. A mi, personalmente, no me atrae mucho la bici de montaña (y mi bici con sus ruedas de asfalto y su cuadro de semi-paseo tampoco aguantaría mucho…) así que casi siempre tenemos que improvisar la ruta que haremos. Nos gusta bastante movernos por carreteras secundarias, entre pueblos por los que habitualmente uno no para. Improvisar, ¿ya lo he dicho?

Así que, por si puede ser de ayuda a a alguien que vaya buscando una ruta sobre ruedas, aquí os dejamos nuestro recorrido entre Benicasim y Villafamés. ¡Dentro track!

track de Castellón a Villafamés

Saliendo desde Benicasim, enfilamos el Desierto de las Palmas. Así, de buenas a primeras, con las legañas todavía puestas, nos llega servido en bandeja un puerto (vale sí, de segunda, pero puerto al fin y al cabo) que se inicia con un 4,8% de pendiente y llega al 7,5% en el segundo kilómetro. Poco a poco vamos engrasando la maquinaria. Conforme vamos avanzando, el ahogo se sustituye por la admiración de las vistas. Nos encontramos rodeados de vegetación, en un estupendo día soleado, con la impresionante vista del mar Mediterráneo desde las alturas. 

Algunos kilómetros antes de llegar al punto más alto, tomamos el desvío de la Font Tallà. Un respiro para nuestras piernas que nos adentra entre campos llenos de almendros en flor. La ruta es tranquila y no nos cruzamos con nadie. Apenas unos ladridos en la lejanía nos recuerdan que hay vida más allá de nosotros. Algunas casas salpican el camino, y nos planteamos cómo sería el estar viviendo ahí. Nos imaginamos teniendo una huerta, algunos animales, rutas de montaña a pie de casa, … ¿nos atreveríamos a llevar ese estilo de vida, en un lugar apartado? ¿Por qué no…? Rumiamos la idea cada uno consigo mismo. Es una de las cosas que nos gusta del viaje en bici. Vamos acompañados pero también podemos disfrutar de tiempo con nosotros mismos. Solos con nuestros pensamientos. Un tiempo que no solemos «permitirnos» en nuestro día a día, unos momentos de reflexión.

Desierto de las Palmas

Con ese vaivén en la cabeza, llegamos al final del parque natural. Girando a la izquierda, enfilamos otro tramo de subida, con dirección Cabanes. Aunque me pareció algo duro ese tramo, con un poco de esfuerzo, la lengua fuera y el plato 1, conseguimos, o más bien yo conseguí 😉  superar el repecho. Pasando ese tramo, llegamos a una rotonda donde tomamos la salida a la izquierda, por un pequeño camino entre campos. Un atajo que nos hace llegar, después de pasar la autovía, hasta la Pobla Tornesa. A esas horas el hambre ya ha llamado a nuestra puerta, así que paramos a disfrutar de un esmorsar com toca. Plato de olivetes y bocadillos de tortilla y «blanc i negre» (morcilla y longaniza).

Respect the ciclist

Nos volvemos a subir a nuestras bicis y seguimos, rumbo a Villafamés. Esta vez no entramos en el pueblo, ya que hacía bien poco que habíamos ido a pasar el día para celebrar mi cumpleaños. El pueblo, por cierto, súper recomendado. Esta lleno de pequeñas callejuelas, un castillo en su cima, y una roca en mitad del pueblo, ¡pendiendo de un hilo! Además, recomendamos el restaurante La Vinya: comida casera, productos de temporada y una buenísima vista del pueblo desde arriba. Villafamés es uno de esos pueblos encajonados en la montaña, que merece la pena visitar. Seguimos nuestra ruta, por la carretera que conecta Villafamés con Sant Joan de Moró. Un recorrido que se hace tranquilamente, en el que uno se siente a gusto. Ya iniciamos el cierre del círculo, enfilando camino hacia Castellón. Pasamos por un tramo de fábricas, azulejeras y mucha industria. Ahí enganchamos la ruta con un carril bici que nos lleva hasta la ciudad de Castellón. El tramo ya no es tan bonito, pero no se hace pesado. Tras 54 kilómetros de ruta, nos plantamos en la ciudad de Castellón, a escasos 8 kilómetros de nuestro punto de llegada.

Sobre Ruedas

¡Y así es como termina esta ruta! Un día completo, la satisfacción de llegar reventados cansados a casa y el buen rollo del pedaleo. Seguiremos buscando momentos para esta forma de viajar que nos encanta. ¡Nos vemos en las rutas!

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