Viajar en bici en invierno

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Hasta la fecha, siempre que habíamos viajado en bici, lo habíamos hecho con buen tiempo. En primavera o verano, claro. Trazando las rutas con un ojo puesto en el parte meteorológico para evitar, por ejemplo, los días de lluvia. Viajando cuando todas las condiciones soplan a favor.

Cuando por fin hemos iniciado nuestro viaje largo en bici, las circunstancias han hecho que fuera en otoño, a las puertas del invierno. No queríamos seguir posponiendo el inicio del viaje al «buen tiempo». Esperar «el momento perfecto» que, ya sabemos todos, no existe. Si tienes ganas de hacer algo, buscas razones, y si no excusas.

Así que, iniciamos nuestro viaje un Octubre, todo hay que decirlo, casi veraniego. Noviembre llegó junto con algunas (pocas, muy pocas) lluvias que pudimos sortear mientras pedaleábamos la costa de Cádiz. El mes avanzó mientras recorríamos Málaga bajo un solecito muy de agradecer, y llegamos a la costa Tropical de Granada, dónde un 15 de Noviembre nos dimos el que hasta el momento ha sido el último baño en el mar del año.

Buscando el calorcito en invierno

El frío otoñal nos observaba a lo lejos, sin acercarse demasiado… Al menos, hasta que llegamos a la ciudad de Granada. Un 20 y pico de Noviembre, hicieron su aparición el frío y la nieve. Los días se han ido haciando cada vez más y más cortos, y el sol luce pero no calienta. Con este panorama en el cento de la península, decidimos volver a poner rumbo a la costa, destino: Murcia.

Winter is coming

Desde Granada, nos dirigimos hacia Baza, donde pasamos una de las nochas más frías que recordamos. Amanecimos con Sierra Nevada a nuestras espaldas cubierta con un manto blanco, y con la sierra de Baza enfrente, como si se tratara de un postre de selva negra, espolvoreado con nata.

Poniéndole al mal tiempo nuestro mejor ánimo y dando gracias por haber mejorado la equipación tanto de ropa como de material de acampada, seguimos nuestro avance hacia el mar.

viajar en invierno

Pedaleamos la Vía Verde Guadix – Almendricos, atravesando las provincias de Granada y Almería. Es importante añadir que los últimos kilómetros de la ruta aparecen reflejados en la web, pero no en la realidad. Así que tuvimos que ingeniarnoslas para avanzar. Y es que, a veces, los carriles bici de repente desaparecen, y te quedas varada en medio de ningún lugar, rodeada de autóvías que no puedes transitar en bici, y sin casi opción de avanzar. En este caso, a base de cabezonería, vías de servicio, barro hasta en las orejas y empujar la bici en los tramos que hizo falta, conseguimos llegar hasta Águilas. De repente, sobraban las mallas largas, la chaqueta y los guantes. ¡En apenas 200km había aumentado 10º la temperatura!

Invierno en la costa murciana

La costa murciana nos recibió tal y como la recordábamos de nuestro anterior viaje en bici entre Almería y Cartagena. Lo que había cambiado, era la cantidad de gente que nos encontramos. El lugar se ha convertido en el paraiso de la acampada y la vida furgo. Al menos, fuera de temporada…

Coincidimos con un grupo de campers con el que compartimos una tarde de cervezas y una mañana de café y yoga. Relaciones efímeras y breves, pero también intensas. Buen rollo y buenas vibraciones de gente que ha decidido vivir su vida de manera diferente. Personas que viven felices la vida que han elegido, sin molestar a nadie. Demostrándonos que no hay una única manera de hacer las cosas y vivir la vida, y que cada cuál puede elegir la que mejor le venga.

bajo las estrellas en Águilas

Al día siguiente, y pensando en qué ruta seguir, decidimos que buscaríamos el mayor calorcito posible. Porque sí, el invierno trae sus incomodidades: los días se acortan mucho, lo que reduce al mínimo las horas de pedaleo. Hay que buscar un lugar de acampada cada vez más temprano, el frío y el viento aprietan, te congelan las manos y los pies y a veces toca meterse en la tienda antes de lo que nos gustaría….

¿Todo esto vale la pena?

Cuando esa pregunta nos asalta, después de un día en el que quizá nos ha llovido durante la ruta, hemos tenido todo el día el viento en contra o el frío ha apretado más de lo esperado,… y nos encontramos con el ánimo bajo, nos planteamos:

¿Preferimos estar aquí haciendo esto, o en casa con nuestro trabajo?

La respuesta siempre nos reafirma en que hemos elegido la opción correcta. Y es que en la vida, en esta o en cualquier otra, no todos los días son maravillosos y nos encantan. Tiene que haber momentos duros para que podamos apreciar todo lo bueno de lo que disfrutamos.

pedalear en invierno

Así que, aunque a veces nos cuestes, invierno, estamos preparados para pasar contigo los próximos meses. Ya no buscamos que el tiempo se ajuste a nuestro viaje, si no que nosotros nos vamos a adaptar a lo que venga: ¿Que llueve? Pues buscamos un techo bajo el que dormir. ¿Que los días son cortos? Pues cambiamos nuestras rutinas y a las 16.00 ya paramos a buscar un sitio dónde acampar.

Intentaremos poner nuestra mejor actitud y recordarnos a nosotros mismos, que estamos donde queremos estar.

Nota:  Escribimos este post desde la isla de Mallorca, donde pusimos rumbo en nuestra búsqueda del máximo calorcito invernal. Después de Águilas, pedalemaos hasta Cartagena y de ahí, tren a Valencia y ferry rumbo a la isla. ¡Aquí estamos! ¡Sigue la ruta!

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