Han pasado algo más de 4 años de aquel día de Julio de 2017 en el que nos compramos dos billetes de ida a Santiago de Chile, sin conocer nuestra fecha de vuelta a casa. Durante algo más de cinco meses, recorrimos el desierto más árido del mundo en Chile, conocimos la permacultura en Argentina, caminamos sobre las nubes en el salar de Uyuni en Bolivia, descubrimos los desconocidos restos arqueológicos de Choquequirao en Perú y llegamos a la mitad del mundo en Ecuador. Por poner algunos ejemplos.

Es curioso cómo de relativo es el tiempo: a las pocas semanas de haber empezado a viajar, nos parecía que llevábamos mucho tiempo en movimiento. Los días y semanas nos cundían muchísimo, todo era muy intenso y la novedad era continua: nuevas personas, países, costumbres… Siempre había un trekking que emprender, una ciudad por la que callejear o alguien interesante por conocer. O incluso si no teníamos un plan especial, y simplemente nos dedicábamos a estar en el hostel de turno, o a ir a comprar, disponíamos de nuestro tiempo 24/7, lo cual ya era una novedad en sí. Una sensación que disfrutamos intensamente cada día, y que no hemos vuelto a experimentar desde entonces… Nos pareció vivir mucho en poco tiempo.

Circunstancias de la vida, ese viaje terminó antes de lo previsto, y sólo medio año después, ya estábamos de vuelta en España. ¿Cinco meses de viaje fueron mucho o poco? Cuando nos marchamos, decir que nos íbamos de viaje durante varios meses parecía una locura… una vez en ruta, y con todo un continente por delante, cinco meses pasaron volando. Como siempre, depende de la perspectiva.
3 años y medio después, nos embarcamos en una nueva aventura ¡Viajar en bici!
No fue nuestra intención que pasara tanto tiempo entre un viaje y otro. De hecho, en ese periodo hemos tenido dos intentos frustrados de volver a irnos (uno por un tema médico, y el otro, un tema pandémico,…). Los planes no siempre salen, y hay que adaptarse a las circunstancias que tenemos en cada momento. Pero ahora, superado el primer escollo, y con la adaptación al segundo, hemos decidido volver a lanzarnos y emprender ruta. Lo que sí sabemos con seguridad esta vez, y por experiencia propia, es que no nos arrepentiremos de esta decisión y de invertir tiempo de nuestra vida en hacer algo que nos llena de ilusión.

En esta ocasión, no nos marchamos de un lugar que nos haya «saturado». Nos marchamos de un lugar en el que nos sentimos a gusto, por la simple razón de creer que este viaje nos va a hacer todavía más felices. La ilusión con la que hemos pensado y soñado este viaje, las esperanzas puestas en que ninguna «causa ajena a la organización» nos condicione el poder irnos, las ganas puestas en este reto de movernos con la casa a cuestas encima de nuestras bicis, han sido más fuertes e intensas que continuar con la (buena) vida que aquí tenemos.
Sencillamente, la simple idea de vivir un tiempo viajando en bici, (no sabemos cuánto) nos parece un sueño hecho realidad. Como siempre, las ideas están sobre la mesa y en nuestras cabezas, y la realidad irá imponiéndose y determinando dónde, cómo y hasta cuando llegará este viaje. Tenemos ganas de fluir, dejarnos llevar, sorprendernos y adptarnos al movimiento. Hacer planes, cambiarlos y volver a planear. Lo que es seguro es que mañana nos montaremos en nuestras bicis y saldremos pedaleando desde Villamayor de Santiago. La idea, al menos por el momento, es llegar a Cádiz recorriendo el interior de Andalucía(*). Pase lo que pase, y sea cual sea el destino final, lo que si es seguro es que para nosotros lo importante no será la meta, sino todo lo que ocurra en el viaje.
¡Vente a viajar en bici!
(*) A día 13 de octubre al menos, ese es el plan. Hasta hace pocas semanas, nuestra intención era volar a la Palma. Teníamos un vuelo pre-volcán, que hemos cambiado, con la intención de esperar a que la situación se calme un poco y el viento nos sople más a favor. Así que, como hemos escrito, nos adaptaremos a lo que venga. Es lo bueno de no tener cerrado ningún plan. Nos dejaremos llevar por lo que nos depare el camino. Sea lo que sea, lo afrontamos con ganas, y juntos.
Me alegro mucho de vuestro viaje, y de haberos conocido. Me habéis sorprendido, y espero que hayáis estado a gusto en Puerto Real… aunque haya sido poco tiempo. Gracias por venir.
Muchas gracias a ti Fran por todo, por habernos acogido, por las anécdotas viajeras y montañeras, por habernos mostrado el camino (por el gran descubrimiento de «la trufa» jejejeje). Conocer a personas como tu hace que merezca aún más la pena este tipo de viaje. Ojalá que nuestras rutas vuelvan a cruzarse. ¡Salud y pedal!